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Con Piercristiano Brazzale se puede hablar en muchos idiomas y de múltiples temas, sin embargo, durante el Congreso Mundial de la Federación Internacional de Lechería (FIL) hubo un tópico saliente que hace a su interés como presidente de la entidad y a nuestro sector productivo e industrial. Desde Nueva Delhi, en la India, llega un mensaje estratégico para el sector lechero argentino.

El Presidente de la FIL forma parte de la familia con la mayor tradición lechera en Italia. “Para mi fue un gran shock que como compañía decidamos hace algunos años vender nuestros dos tambos, donde teníamos unas 1.600 vacas, porque la decisión estratégica fue la de enfocarnos en la industrialización de la materia prima”.

Desde 1784 los Brazzale producen en la ciudad de Zané quesos de pasta dura y semidura como grana padano y provolone, como productos más salientes, siendo los más antiguos de Italia en esta tarea, pero también con plantas en la República Checa, así como una planta en China que produce mozzarella y ricota sólo para ese mercado.

La compañía exporta a más de 65 países en todo el mundo, incluyendo la Argentina, siendo líderes en el mercado de quesos duros en China y en el centro de Asia, con un queso denominado Gran Moravia que sale de la planta checa y que tiene certificación Halal, lo cual permite ser consumido por personas que profesan la religión musulmana.

Además, la empresa tuvo tambos en Mato Grosso do Sul, en Brasil, que se terminaron convirtiendo en unidades productivas ganaderas, porque es una actividad más sencilla teniendo en cuenta que el principal desafío está en la dotación de agua de calidad en los campos para sustentar al ganado en esa región.

Pero el punto clave de la conversación que Bichos de Campo tuvo con él estuvo dado por la condición que hoy Argentina tiene ante la FIL.

La entidad creada en 1903 es la que en definitiva conduce a nivel global las condiciones del sector y desde sus inicios tuvo a nuestro país como componente fundamental. Nuestros vaivenes políticos y económicos vienen en las últimas décadas dejándonos al margen de la participación.

Fue en 2019 cuando durante el Congreso de la Federación Panamericana de la Leche el entonces ministro de Agricultura, Luis Miguel Etchevehere, firmó la reincorporación del país a la FIL. La voluntad estaba, pero el dinero para la cuota anual nunca se desembolsó.

Van tres años de falta de pago de unos 48 mil dólares de esas obligaciones por cada período. Esto hace que nuestro país no pueda participar en rondas técnicas, en la definición de estándares industriales y productivos, pero sobre todo que se siga relegado en un sector del cual es parte estratégica por su calidad, por su capacidad y por las oportunidades que hay hacia adelante.

“Queremos a Argentina de vuelta” no duda en decirlo Brazzale en un claro castellano.

“Es muy importante que los tengamos de regreso, porque en primer término es fundamental debatir las cuestiones técnicas del sector que hacen a las reglamentaciones globales, deben ser parte de las decisiones que rigen en todo el mundo y que también ustedes tienen que aplicar”. Además, “es una experiencia única la de trabajar con los más grandes jugadores del sector lechero mundial, eso es lo que permite reingresar en la FIL, el hecho de tener a sus técnicos trabajando en el primer nivel de decisión”.

Si bien la deuda existe, las negociaciones no están caídas. “Hay dos formas de participar en nuestra entidad, una es la de ser miembro completo con derecho al voto y la otra de ser miembro asociado sin espacio a la hora de las decisiones”.

Brazzale no se cansa de destacar que “Argentina es un país importante en la lechería, tenemos la necesidad de tenerlos con nosotros, del mismo modo que ustedes como país necesitan estar dentro. Lo importante de tener la participación de todos los países es que se pueden generar reglas globales más inclusivas, con más valor. Argentina es fundamental en el mercado global de alimentos, tanto ustedes como Brasil son estratégicos desde Sudamérica”.

El mensaje final para que el sector replantee sus falencias es que “Argentina es fundamental para incrementar el valor de nuestro trabajo, de hacerlo más grande, pero también es un motivo de orgullo, tanto para el país como para nosotros como entidad. Espero que ustedes regresen a la FIL, necesitamos su presencia”.

¿Como se resuelve esto? La FIL nos quiere como asociados, los productores, los industriales e incluso el Gobierno argentino quieren ser parte, pero falta dinero para pagar la cuota.

Vamos a analizarlo rápidamente. La cuota anual es de 48 mil dólares y se necesita un presupuesta de casi 150 mil dólares anuales para cubrir los costos de los equipos técnicos y de las necesidades vinculadas a desarrollos científicos y participación en diferentes encuentros tales como este tipo de congresos en la India, o el del año próximo que se hará en Chicago, Estados Unidos.

La realidad lechera argentina tiene bajos precios para el productor, con altos costos para obtener la materia prima. Altos costos laborales en la industria con restricciones en los precios al consumo para los productos, por lo tanto seguir sacándole dinero a la cadena no es posible.

Tomando datos del Observatorio de la Cadena Láctea del ejercicio anterior podemos entender que con retenciones del 9% en leche en polvo y 4,5 puntos para el resto de los lácteos exportados, nuestro país vendió al exterior unos 1.500 millones de dólares anuales. De acá se desprende que el Gobierno Nacional facturó entre 110 y 120 millones en Derechos de Exportación.

Mientras que la deuda que se autogenera el Estado con los reintegros a la exportación sigue sumando, el posible progreso lechero se frena.

Es así que de todo ese dinero que tiene la Nación y que le pertenece al sector sólo se deberían aportar 150 mil dólares a esta causa fundamental para la continuidad y el ordenamiento lechero. ¿Pero cuánto es eso gráficamente? Simplemente representa unas 36 toneladas de leche en polvo.

Si miramos un contenedor en el que se pueden cargar 500 toneladas de producto, sería casi el 8% de esa carga la que se destine a este fin, el de ser parte del mundo y no seguir quedándonos afuera de todo.

Esta gestión de Gobierno lleva casi tres años en los que nada se hizo por el sector lechero. Sólo discursos de buena voluntad, reuniones del Consejo Federal Lechero con ningún nivel de impacto en la realidad y una producción que se mantiene a fuerza de convicción entre los productores y de fé industrial.

Es tiempo que la política tome tan sólo una buena decisión y le aporte al sector el dinero que ya está en la caja nacional para poder retomar el vínculo internacional que la lechería merece. De ellos depende, como siempre, ojalá puedan cumplir algo sencillo y estratégico.