Grupo Lonja analizó diversos productos que tuvieron mayores alzas en el último año; destacan por qué no sirven los fideicomisos o los controles a la exportación
¿Cuál es el sentido de que los productores aporten para fideicomisos si los precios en góndola suben más que las materias primas? ¿Cuál es el justificativo para tener cupos de exportación en cereales y carnes si los productos al público suben más? ¿Si las materias primas se encarecieron por la guerra en Ucrania, por qué los alimentos lo hicieron más?
Son algunas de las preguntas que planteó Grupo Lonja, integrado por productores, en un informe en el que muestran que el precio de algunos de los productos que llegan a las góndolas aumentaron en mayor porcentaje que lo vendido por el productor. Inclusive, aquellos alcanzados por los tres fideicomisos creados para subsidiar en el mercado interno las ventas de harina 000, de fideos secos, el aceite y la harina que llega a las panaderías.
“En el Gobierno hablaban de una inflación importada, de que el aumento del precio de las commodities por la invasión de Rusia a Ucrania iba a generar un incremento en los productos finales, pero eso no fue así. Las commodities aumentaron, pero a un ritmo menor que el precio final al consumidor en la góndola, es decir, fueron por detrás. Con lo cual queda claro que la inflación argentina está alimentada por otros factores y eso queda claro en este informe”, indicó Santiago del Solar, integrante del Grupo Lonja.
“Todos los artificios, tales como el fideicomiso, el cierre de exportaciones, entre otros, que se crearon para desacoplar los precios, lograron lo contrario porque al consumidor le vienen aumentando mucho más los precios que las materias primas. Encima van en contra de la producción y en ningún momento reflejan un beneficio al consumidor”, añadió.
Para Del Solar, un claro caso es el del girasol, que aumentó 79,6% entre agosto de 2021 y el mismo mes de este año, mientras que el aceite se incrementó 122,7%. “Hicieron un fideicomiso aceitero que se supone es para desacoplar el precio del aceite en góndola del precio del girasol y otras oleaginosas. Con ese mecanismo, con el que el año pasado recaudaron US$148.958.584, por lo visto es solo un impuesto más porque al consumidor no llega. ¿Dónde va ese dinero?”, se preguntó.
“Evidentemente, entre el girasol y la botella hay un montón de gastos más. Por eso la inflación hace que los costos suban mucho más que lo que sube el girasol. El problema está en otro lado, en la emisión, el gasto público, la cascada de ingresos brutos, entre otros, que no pueden hacer parar el crecimiento de precios”, agregó.
Lo mismo pasa con el trigo, donde “está cerrada la exportación con lo que en el Gobierno llama volúmenes de equilibrio”. De acuerdo al informe, mientras que el trigo aumentó 84,9% entre agosto de 2021 y agosto de 2022, la harina se incrementó 113,7%. Mientras tanto, el pan subió un 86,7%. “El fondo estabilizador del trigo con el que cobraban el 1% de retenciones al trigo y al maíz y también dos puntos de retenciones adicionales al aceite y a la harina de soja para estabilizar el precio de la harina tampoco funcionó”, agregó.
“En este contexto, no solo estamos castigando al productor, sino que al productor lo estamos desalentando a producir al ponerle más impuestos, cerrarle la exportación. Por lo tanto, sabe que si produce mucho va a tener un problema”, indicó.
Para el productor, “hay controles de precios y un montón de otras políticas que hacen que corra más rápido la velocidad del aumento de precio al consumidor que al productor”.
Un ejemplo es la leche al productor, que aumentó 62,7% entre agosto de 2021 y agosto 2022 cuando la leche entera en sachet se incrementó 77,5% al público. Otro caso: la hacienda aumentó 69% cuando las hamburguesas congeladas lo hicieron 93%, el asado 63,2% y el cuadril 62%.
En tanto, hay otros rubros donde el aumento del precio fue mayor en el productor que en el producto final. Tal es el caso del huevo, que subió un 180% mientras al consumidor se incrementó 134%. El arroz al productor subió 105% y en la góndola 22,6%. Lo mismo pasó con el vino, con un 100% en la producción y 92,4% para el producto final. Por último, la yerba al productor se encareció 58% y al consumidor 57%.