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Un informe de la Fundación Mediterránea señala que el nivel de endeudamiento bancario del sector agropecuario es menor en relación a otras campañas marcadas por la sequía. 

En 2023, la sequía está dejando una sensación de “tierra arrasada” en el sector agropecuario, con un panorama desolador.

En solo una campaña, la producción de granos pasó de casi 130 millones de toneladas a poco más de 80 millones (y todavía podrían ser menos) y muchas empresas -sobre todo las que arrendaban campos- sufrieron una fuerte descapitalización.

Las lluvias empezaron a cambiar el ánimo de los productores, situación que se refleja en una intención de siembra fina con números más acordes a los promedios.

Con un clima que por el momento juega a favor del campo, una de las incógnitas que pesa sobre el sector es conocer en detalle la salud financiera de los productores.

Juan Manuel Garzón, economista del Ieral de la Fundación Mediterránea, analizó esta cuestión junto a la investigadora Martina Abduca, y concluyeron que el nivel de endeudamiento bancario del sector agropecuario es menor en relación a otras campañas marcadas por la sequía. 

Para el economista, en comparación a otras campañas afectadas por sequías fuertes -sobre todo la 2008/09- la situación actual luce más favorable. En este ciclo, el peso de la deuda será menor al que había en aquel entonces, tanto a nivel nacional como en las principales provincias agropecuarias.

Si bien el sector buscará revertir la magra campaña 2022/23, habrá factores a tener en cuenta, como la disponibilidad de capital propio. Ese es el puntapié inicial para saldar deudas generadas en el ciclo pasado, comprar insumo y financiar las labores. 

En este contexto, el rol de los bancos, y el de otros proveedores de capital del sector (semilleros, comercializadores de insumos, industrias de maquinarias, industrias de procesamiento) será relevante. Además del aporte de fondos frescos, serán una rueda de auxilio para aquellos productores que quedaron afectados financieramente por la seca. 

NÚMEROS

A fines de diciembre de 2022, el trabajo del Ieral calculó que el stock total de créditos bancarios al sector agropecuario se aproximaba a $917.000 millones, unos U$S 5.177 millones, a tipo de cambio oficial. Esta cifra representaba un 20% del valor total de los granos producidos. 

Cuando se comparan estos números con la campaña 2008/09, aunque el stock de deuda bancaria del ciclo 2022/23 es más elevado en términos absolutos, es menor en relación al valor de mercado de los granos finalmente producidos

“En el ciclo productivo 2008/2009 la deuda del sector agropecuario era de U$S 4.288 millones, un monto equivalente al 38% del valor de los granos que se terminarían cosechando en ese ciclo. Si la comparación se hace con la campaña 2071/18 -sequía moderada- la deuda ascendía al 36% del valor de los granos producidos. 

EL MAPA PROVINCIAL DE LAS DEUDAS

A nivel de provincias, se observa que los indicadores de endeudamiento (medidos en términos del valor de la cosecha) son menores en las principales jurisdicciones, respecto a los del ciclo 2008/09. Cuando se incluye la deuda bancaria del sector agropecuario completo, el indicador más alto es el de Santa Fe, con una deuda que representa el 40% del valor de la cosecha, seguido por Entre Ríos (20%); Buenos Aires (19%) y Córdoba con el 16%.

Si se considera sólo la deuda bancaria de empresas cuya actividad principal es la actividad agrícola, el indicador más alto aparece en Santa Fe (32% del valor de la cosecha). Por su parte, Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos aparecen bastante mejor, con cifras cercanos al 12% en todos los casos.