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Si la Mesa de Enlace se tomara en serio la decisión de ganar en institucionalidad para representar mejor a los productores argentinos, e incluso se determinaran por ley las vías de financiamiento de ese gremialismo empresarial agropecuario, en la Argentina entonces el ruralismo sería mucho más parecido al que lleva a cabo la Confederación Nacional de Agricultura (CNA) en Brasil. Allí no se discute si la Federación Agraria piensa diferente de la Sociedad Rural o si tienen orígenes históricos diferentes: en la CNA confluyen todo los actores y saben que deben ponerse de acuerdo allí dentro para luego interceder en la agenda pública a favor del agro.

En la pequeña recorrida que Bichos de Campo hizo por Brasilia para conocer a los principales actores del agro brasileño y preguntarles por qué allá suceden cosas que no pasan en la Argentina, Bruno Lucchi, el director técnico de la CNA nos dedicó un largo rato para explicarnos cómo se estructura el gremialismo agropecuario en Brasil y cómo impacta luego en las negociaciones con el gobierno.

-¿Cuál es el origen y a quien representa la CNA?

-La CNA, por ley, es la representación del productor rural brasileño. Representa a los productores patronales, aquellos que tienen por lo menos un empleado, o a los de la agricultura familiar, que no tienen empleados pero tienen una determinada cantidad de área. Nosotros trabajamos, en realidad, con el agro como un todo. Independiente de la que dice la ley, que existe apenas por motivos de recaudación fiscal destinada a la CNA, su actuación está direccionada para el productor brasileño. Hoy suman 5 millones, distribuidos por todo el Brasil.

-¿Cuándo nació? ¿Cómo nació?

-Si no me equivoco, en el año ’70 fue el decreto final, pero ya existían otras entidades, desde la década del ’50, que ya eran organizaciones embrionarias de la CNA. 

-¿Ese decreto unificó a toda la representación?

-La CNA es la representante legal en los Estados donde existen las federaciones de agricultura, y en los municipios donde tenemos los sindicatos rurales. Sumamos, entonces, 17 federaciones de agricultura, una por cada estado, y alrededor de 2000 sindicatos rurales en todo el Brasil, lo que provee una capilaridad muy grande al sistema, y nos permite estar cerca del productor para poder centralizar las demandas de interés nacional a través de la CNA.

-¿Y son la única entidad autorizada o con representación para negociar temas con el gobierno, con el congreso? ¿O hay otras entidades que negocian en nombre del agro?

-Por ley, es la CNA la única y legitima representación del productor rural brasileño. Pero existen otras asociaciones, otras agremiaciones, que, a pesar de no tener leyes, también actúan junto con la CNA. 

-¿Y cómo se financia la CNA? En algún momento hubo un aporte de impuesto obligatorio al productor. 

-Exactamente. Había un impuesto que era cobrado con base en el valor del área perteneciente al productor rural de la región en la cual actuaba. Ese impuesto era obligatorio hasta hace unos años atrás. Actualmente ese impuesto aún existe, pero es opcional El productor paga si quiere, si no quiere, no paga. Parte de los recursos viene de la contribución voluntaria, y otra parte, nosotros tenemos aquí en la CNA, el Servicio Nacional de Aprendizaje Rural, el SENAR, que tiene una pequeña contribución del productor para la capacitación y la asistencia técnica, y un porcentaje de esa contribución es pasada al CNA para que pueda continuar trabajando en la representación del productor rural. 

¿Qué sucedió cuando pasó de ser un aporto obligatorio a un aporte voluntario? ¿El productor siguió confiando en la CNA? ¿Hubo una gran deserción de aportantes, o mantuvieron un flujo?

-Tuvimos que mejorar aún más la cuestión de la comunicación con el productor. Existía una dificultad de la información que le llegaba al productor. La información que él realmente necesita, que a veces se perdía en la cadena productiva, dado que en Brasil tenemos muchas actividades diferentes. Entonces lo que necesitamos hacer fue realmente mejorar mucho la cuestión de la comunicación, mejorar la infraestructura de los sindicatos rurales, para que ese productor continuara confiando su representación para la CNA. 

¿Qué pasó en Brasil en los últimos 40 años, que pasaron de ser un país que importaba alimentos, a ser uno de los mayores exportadores mundiales de alimentos, casi detrás de Estados Unidos?

-Yo creo… Me parece que ni creo, tengo total seguridad de que fueron tres puntos que comenzaron básicamente en la década del ’70. El primero fue la creación del Crédito Rural Oficial, donde el gobierno, como política publica, y a partir de los intereses muy elevados en Brasil, busco la forma de subsidiar la tasa de intereses. Por ejemplo, el interés para un préstamo automotor hoy es del 13%, y para la agricultura familiar es 8%, el productor mediano paga 10%, y la agricultura empresarial, que son los mayores, pagan 12%. Todo eso en un determinado volumen de recursos, tampoco es para todos. Pero creemos que hoy, en materia de financiamiento, deja a la institución bancaria en torno del 30% de intereses, mientras que el Crédito Rural Oficial solo para alrededor de 20%.

-¿Qué otros factores fueron claves?

-El Crédito fue el primer factor. El segundo fue la creación de la EMBRAPA, y el fortalecimiento de las universidades rurales. Hubo un estímulo muy grande para que los investigadores universitarios fueran a hacer sus maestrías y doctorados en el exterior, en países que contaran con una agricultura consolidada, para después volver y tentar implementar lo que aprendieron en Brasil. Con ese programa de incentivo para que los investigadores viajaran, sumado a la creación de la EMBRAPA, hubo una transformación de los conceptos de la agricultura de climas fríos hacia una agricultura tropical, donde una región que era pobre, con un suelo pobre, como es el suelo del Cerrado, se convirtió en un suelo riquísimo, luego de trabajado y corregidas sus características técnicas mediante manejos adecuados y sustentables desarrollados en Brasil. 

-Me falta un factor.

-La investigación tecnológica sería el segundo criterio, y el ultimo es la asistencia técnica, aquella que realmente toma la tecnología, la lleva hasta el productor y lo ayuda a implementarla. En la época, fue creado un órgano de asistencia técnica gubernamental, que ayudó a hacer esa transición de lo que producido en las academias y universidades, para llegar al productor rural. Por eso el trípode crédito-investigación-asistencia técnica. Todo esto sumado al emprendedurismo del productor rural brasileño, que salió de las regiones del sur, sudeste, y fue desarrollando el Brasil: vinieron al Centro-Oeste, Goias, Mato Grosso, Mato Grosso del Sur, hasta la región oeste de Bahía, Tocantins. En fin, el productor ayudo a desarrollar Brasil, yendo para regiones que no contaban con infraestructura, no tenían nada, pero habían condiciones de producir siempre y cuando se usara la tecnología, que fue lo que sucedió. Esa evolución, esa doma del Cerrado y otras regiones, sumado a la investigación, al crédito y al emprendedurismo del productor rural, transformó al Brasil en un país importante en el escenario internacional, produciendo de forma sustentable y competitiva.

-Tiene que haber habido también espíritu, la creencia de un proyecto colectivo, algo que los unifica, y que dice “Vamos para allá, vamos para allá, y vamos para allá”. 

-Me parece que el gobierno tuvo un papel importante en el periodo de ’60 a ’70, con la creación del Crédito Rural, con el incentivo a la investigación mediante las universidades y EMBRAPA, así como en la asistencia técnica. Hubo realmente una política gubernamental que ayudó a dar el inicio. Esa política mostro el camino, y entonces sí, el sector privado presente en la figura del productor, en las industrias que llegaron a Brasil y crecieron en ese periodo, realmente transformaron al sector agropecuario en un sector mucho más importante para la economía brasileña. Hoy el Norte, las directrices creadas en el pasado, aun permanecen. El sector continúa basado en el crecimiento vía tecnología. El crédito es algo importantísimo, pero hoy la dependencia del Crédito Rural Oficial ya es mucho menor, se han buscado otras formas. Y la cuestión de la asistencia técnica continua siendo esencial, principalmente en la era digital, donde es necesario estar conectado con más velocidad que antes con las informaciones y tecnologías. No es ideal tener en un extremo un productor altamente conectado, y del otro lado, un productor totalmente desconectado de la realidad. Para tener un grupo de productos que caminen juntos,

-¿Sigue existiendo una relación con los gobiernos, o hay tensiones?

-La CNA es una identidad sin partido político, dialoga con todos. Independiente del gobierno de turno, siempre buscamos dialogar y llevar propuestas que realmente mantengan al sector competitivo, o que atiendan nuestras inseguridades jurídicas, en el campo de la reglamentación. Desde la creación de la CNA, esa conversación fue constante. Lógico que hay gobiernos que no nos escucharon tanto. Pero debido a la forma bien fundamentada en que presentamos nuestras propuestas, y al crecimiento de la economía, ese dialogo ha mejorado bastante actualmente, independiente del gobierno de turno.

-¿Y cómo convencen a los políticos?

-Porque la pauta del sector es una pauta estratégica: además de crear divisas, tiene una responsabilidad enorme en la seguridad alimentaria del país. Y más recientemente, también en la seguridad energética. La energía de Brasil es una matriz con un porcentaje de energía limpia mucho mayor que el resto del mundo, y buena parte de esa energía viene del agro también. Por eso la importancia del sector se ha ampliado, más allá del punto de vista del PBI, empleo, valor bruto de la producción. En materia de seguridad alimentaria, más allá de la inflación más elevada este año como consecuencia del COVID y la guerra, históricamente el valor de la canasta básica en el Brasil se ha reducido desde que comenzamos a incrementar nuestra propia producción, con más tecnología y siendo más competitivos.

-Le pregunto cómo es la relación con el gobierno porque en la Argentina es una constante, por lo menos en los últimos 20 años, que las entidades del campo enfrenten o colisionen con el gobierno. 

-Aquí hubo una presión enorme del sector para que no se sucedieran situaciones como esas. Siempre que hay una amenaza, buscamos debatir al extremo y mostrar el tamaño del riesgo que significa afectar a un sector que es estratégico para el país. No quiere decir que nuestra relación siempre fue amistosa. Hubo necesidad de críticas, de hablar abiertamente lo que pensábamos, que es lo que siempre hicimos. Y si realmente existe la necesidad, apuntamos nuestro descontento.

-¿Pero siempre la actitud es de dialogo con las autoridades, y no confrontación?

-Exacto. El mejor camino es intentar construir juntos, porque nadie mejor que el productor rural para saber la forma correcta para ejecutar las propuestas que el gobierno tiene. El gobierno creó a lo largo de los últimos años cámaras sectoriales, donde la CNA tiene asiento en cada una de ellas, por productos, o tramas transversales. Es allí donde llevamos las propuestas de políticas públicas orientadas para aquellas cadenas productivas. 

-¿Y no confrontan allí con otros intereses de las cadenas?

-La CNA no está sola, está presente junto con la agroindustria, con la industria de insumos, con la investigación, con los otros componentes del ambiente organizativo, debatiendo mejoras del marco legal que ayudarán a que la cadena productiva. Ese dialogo institucionalizado ha sido una forma de que contribuyamos para que las normas que el gobierno pública sean más factibles y no incumplibles, como ha sucedido en el pasado. 

-¿Cuales serían, a juicio de la CNA, las cosas que todavía estorban o dificultan el desempeño del agro?

-La CNA cuenta con una agenda de trabajo que registra los principales ejes afectados en el sector. Por ejemplo, dentro del eje mercado internacional, el gran desafío es ampliar el número de socios comerciales, reducir las tarifas cobradas de forma exorbitante al producto brasilero, particularmente a los productos de mayor grado de procesamiento. Entonces, la agenda internacional consta de ampliación de mercado y reducción de medidas proteccionistas.

-¿La falta de infraestructura no es un tema?

-El agro brasileño creció mucho en el interior del país, lejos de los puertos y de los grandes centros. Por eso, la principal demanda es de mejores condiciones viales. Hoy por hoy, básicamente, más del 57% del transporte se hace por caminos y autopistas y más del 50% de la condición de esa red no es buena, tienen problemas que precisan ser mejorados. Los ferrocarriles entran en la misma bolsa. Las hidrovías ni hablemos. Un país con una cantidad de agua dulce y una costa amplia como Brasil, en condiciones navegables, pero raramente usada. Nuestra prioridad es la duplicación de obras: mejoras de rutas, reducción de la burocracia para concesión de más ferrovías, integrar todos los modos de transporte. 

-En Argentina hay una gran presión impositiva fiscal sobre el sector agrícola, básicamente sobre la soja, un impuesto de exportación del 33% del valor internacional. ¿Imaginas que esa sería una discusión posible en Brasil?

-Ya tuvimos proyectos de ley que lo intentaron. Principalmente ahora, en la pandemia, proyectos que querían limitar las exportaciones y crear cuotas, o tributar. En ese sentido nos reunimos junto con los parlamentarios asociados a la agropecuaria, para demostrar que ese no es el mejor camino. De hecho, la situación de los productores de Argentina es un ejemplo que tenemos siempre presente, y sabemos el maleficio que ese tipo de impuesto generó a la producción regional. 

-¿Qué quiere decir?

-Lo que nosotros colocamos es que el mercado externo complementa al mercado doméstico en momentos de crisis. Es extremadamente importante que haya esa complementación entre el mercado internacional y el doméstico, para que cuando uno u otro estén pasando por malos momentos, se pueda evitar una caída en los rendimientos del productor, ya que los costos de producción no cambian, son todos dolarizados, ya que buena parte de los insumos son importados. 

-¿Entonces no prosperaron iniciativas para fijar retenciones?

-Fue ese el argumento que tuvimos en la época, y conseguimos derrumbar los proyectos. A nosotros nos parece que cualquier medida en ese tipo de línea es extremadamente anticompetitiva, porque los otros países no exportan impuesto. Creando impuesto se limita y se crea una traba nacional, desestimulando a sus propios productores a que sigan aumentando la producción y la productividad. Nosotros creemos lo siguiente: cuando hablamos de seguridad alimentaria, se necesita tener el alimento, y eso ya lo vamos a tener, porque tenemos el mercado doméstico y el externo, y también se necesitan tener políticas de renta para la población. Por eso logramos que la población tenga empleo, y por lo tanto, poder de compra para consumir alimentos que atiendan las demandas nutricionales. 

-¿Entonces no están muy de acuerdo con ayudas sociales?

-Mas allá del programa social, nosotros elaboramos una propuesta para los próximos gobiernos: creemos que ese programa social debe ser algo transitorio, algo a lo cual la población entre y sea ayudada a ser reconducida al mercado de trabajo, ya capacitada. No puede ser eterno. La población no puede entrar y quedarse ahí la vida entera. Precisa evolucionar de forma real, y luego salir del programa. Vanagloriarse de estar colocando más gente dentro del programa social no es algo importante. Lo importante es decir que está existiendo transición: “Las personas que estaban en el programa hoy cuentan con empleos, entonces no dependen más del gobierno.” Esa sería realmente una política interesante.

-¿Cuándo se reúnen con un político brasileño de esos que imaginan estos impuestos o las cuotas de exportación, cual es el argumento que utilizan para convencerlo de que el agro aporta a la solución del problema de la pobreza en Brasil?

-Dentro del aporte de subsidios que existen en la agricultura del mundo entero, países como Brasil, Australia, Argentina son los países que menos reciben subsidios, comparando con Estados Unidos, China y Europa. Realmente lo que tenemos aquí es una ayuda en la tasa de intereses, que es una de las mayores del mundo cuando, analizamos la cuestión del crédito. No es algo que distorsione al mercado internacional. Nosotros apuntamos que cualquier interferencia en el mercado es dañina. Va a generar una distorsión, antes o después. Va a generar un desestimulo en ese productor. Y las actividades rurales son cíclicas. Un año va a tener un costo mucho más elevado, pero puede tener una mala cosecha que empeore aún más. Otro año va a tener menos oferta de producto, entonces el precio va a subir. Todo eso es parte del mercado. Hace parte de la gestión del productor conseguir adecuarse teniendo esa visión de ciclos productivos.

-¿Entonces desaconsejan cualquier intervención?

-Si encima de todo eso, se entra con una medida artificial, esa noción de mercado acaba, y acaba también siendo complicado dirigir el propio negocio, porque se pierde la noción de cómo es que el mercado va a comportarse, cuando se tiene a la mano artificial del gobierno interfiriendo de una forma u otra. Existen seis productos en Brasil que exportamos más de lo que consumimos en el país, que son la celulosa, el azúcar, el algodón, el café, el jugo de naranja y la soja. Pero dentro de los productos de la canasta básica, el grueso de la producción se queda en el Brasil. Entonces nuestro mayor mercado es el propio país. Las exportaciones ayudan a complementar esa cadena en los momentos de altas y bajas. Por eso es muy importante que podamos ampliar las exportaciones de otros productos, como por ejemplo la leche, la fruticultura, gran parte de las frutas y hortalizas. Todas esas cadenas tuvieron prejuicios tremendos porque hubo una reducción del poder de compra del brasileño. Entonces es extremadamente importante que exista una complementación con el mercado externo. Porque cuando se reduce mucho la producción, el precio siempre va a acabar subiendo para el consumidor, de alguna u otra forma, hasta volver al ritmo normal de producción.

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-¿Cuánto más puede crecer la producción agropecuaria en Brasil? ¿Tienen una proyección de posibilidad de crecimiento, o ya están cerca del techo?

-Nosotros tenemos dos ejes que conseguimos trabajar bien. Uno es el de la productividad: analizando las regiones, hay algunas que son excelentes. Pero cuando se la analiza dentro del ámbito nacional, todavía tiene condiciones para crecer más, corrigiendo manejos, procesos productivos, teniendo una gestión mejor, una orientación técnica. Por eso, hay espacio para crecer, tanto en la agricultura, y, principalmente, en la ganadería. La ganadería siempre fue una actividad de bajo riesgo, que no demandaba demasiada inversión. Hoy el productor ve que consigue obtener retornos con la ganadería, y la presión de la agricultura ha sido muy grande, sobre áreas de pastoreo degradadas, principalmente. El productor ha buscado mejorar el paquete ganadero para conseguir mantener ese ingreso creciente de ambas actividades. Nosotros estamos conscientes de que la tecnología va a continuar incrementando su producción por un porcentual significativo, y Brasil, por su propia legislación, todavía tiene nuevas áreas para abrir, pero no que haya necesidad en este momento.

-¿Y agregar valor a sus exportaciones?

-Me parece que ese es un punto fundamental. Cuando analizamos la pauta de exportación brasileña vemos mucha soja, del complejo soja. El maíz recién empezó a jugar ahora, con el inicio de la guerra. Estamos aumentando la exportación de maíz, café, jugo de naranja, algodón, todos commodities de cierta forma. Con las carnes solemos decir que existe un beneficio a partir de la soja y el maíz, exportando pollo, cerdo y hasta bovinos. Pero el desafío continúa siendo agregar aún más valor a esas carnes. En Brasil existe un desafío muy grande a la hora de hablar de productos procesados. Muchos mercados aún tienen tarifas gigantescas, como es el caso del café.

-¿Qué sucede con el café?

-Alemania hoy por hoy es uno de los mayores exportadores de café del mundo, de café procesado. Brasil le exporta el café verde, ellos crean los blends y lo vende al mundo entero. Pero si yo quisiera exportar el café ya procesado, por lo menos para Europa, debería pagar tasas absurdas. Por eso existe mucha negociación internacional para mejorar la entrada de productos procesados de mayor valor agregado, en buena parte del mundo. Actualmente la gran puerta de entrada son los productos considerados commodities, con tarifas básicamente inexistentes o muy pequeñas. Cuando hay proceso en el producto, la entrada ya es más difícil. Por eso la ratificación del Acuerdo MERCOSUL-Unión Europea, que para nosotros es importantísimo porque el acuerdo incluye destrabar una serie de productos procesados. 

-Me imagino que para dar esas discusiones internacionales extrañan un rol más protagónico de la Argentina, o por lo menos que no sea tan contradictoria.

-Exacto. ¿Somos un bloque? Entonces precisamos actuar como tal, y para eso realmente hay que tener una postura más agresiva comparado con lo que tenemos hoy, como la propia Unión europea, los países que actúan de forma bilateral, como Nueva Zelandia y Australia, que son países importantísimos en el escenario agrario. Ellos tienen una agresividad para negociar, mucho mayor que nuestro bloque. Y dado que tenemos intereses en común, Argentina, Uruguay, Brasil, incluso Paraguay, que ha mejorado mucho el sistema productivo, hay una necesidad de una revisión en la forma de actuación de esos acuerdos entre bloques. Precisamos realmente tener una participación mayor, y es una estrategia bien definida para que el Mercosur como un todo, lo consiga. Básicamente: ganar con esas negociaciones, traer más divisas para el continente.