Durante toda la semana, Bichos de Campo ha venido publicando una serie de entrevistas para tratar de entender en la Argentina las causas del indiscutible éxito del agro en Brasil, país que pasó de ser un importador neto de alimentos -muchas veces desde la Argentina- a uno de los principales jugadores en el mercado global. Hablamos con funcionarios, investigadores, dirigentes rurales, cooperativistas y todos ellos tienen algo de responsabilidad en este proceso. Pero nos faltaba entrevistar al gran protagonista de esta hazaña: el productor, el que plasmó toda esa política en el campo.
Claudio Malinski, que es ingeniero agrónomo y gerente de producción de una cooperativa agrícola de Brasilia, nos recibió en un campo de trigo en la zona de Los Cerrados (o El Cerrado), donde hasta hace poco tiempo no se hacía agricultura y donde ahora se pueden obtienen múltiples cultivos, entre ellos este cereal del cual Brasil continúa siendo deficitario y depende de la provisión desde la Argentina. Por poco tiempo, porque este campo bajo riego podría llegar a cosechar entre 7 y 9 toneladas por hectárea, una productividad pocas veces vista incluso en la Argentina.
-¿Es cierto que este campo puede llegar a dar unos 9 mil kilos por hectárea de trigo?
–En estas áreas explotadas aquí, usando irrigación, con siembra hecha en el mes de mayo, cuando ya no llueve más, logramos producir 7, 8 o 9 mil kilos por hectárea, cuando los cultivos son bien conducidos y el clima colabora. Se necesita un poco de frío, y en ese periodo las noches son más frías, con madrugadas de 8 o 9 grados durante junio y julio, que para nosotros es una temperatura bastante baja, y le permite al trigo desenvolverse bien, con buena salud, prácticamente sin micotoxinas. Todo eso hace que nuestro trigo sea muy bueno, y sus productos derivados también.
-¿Es una novedad que haya trigo en Los Cerrados?
-El trigo comenzó en esta área en 1979, 1980, pero en áreas menores, normalmente con variedades oriundas de México y seleccionadas aquí. Posteriormente EMBRAPA realizó cruzas, seleccionando las variedades mejor adaptadas para la región Centro-Oeste. El tiempo pasó y el productor fue conociendo y ganando experiencia con el cultivo, y en consecuencia, las productividades fueron mejoradas, por causa del avance genético principalmente, pero también por el manejo adecuado que las investigaciones instruyeron a los productores. Lógico que el trigo irrigado va a competir ahora con varios otros cultivos de importancia económica. Para el productor rural aquí, en el Centro-Oeste, el trigo irrigado es una buena actividad económica, sin embargo su principal sentido es la rotación, para romper con la secuencia de plagas y enfermedades que se afianzarían en el suelo si no se cultivase el trigo.
-Brasil confía mucho en esta zona como para autoabastecerse de trigo. ¿Crees que sea posible?
-Según EMBRAPA, en el Cerrado tenemos 3 millones de hectáreas prontas para ser explotadas con trigo: una altitud arriba de los 600 metros, un área plana, bastante iluminada y suelos fértiles. Supongamos que produjéramos 3.000 kilos por hectárea, un número fácil de lograr, en los 3 millones de hectáreas del Cerrado podríamos generar 9 millones de toneladas en total. Si a eso le sumamos la producción de Paraná, de Rio Grande del Sur, y del Norte y Sur de Minas, eso tornaría al Brasil en autosuficiente en trigo.
-¿Dejarían de comprarlo en la Argentina?
-Debido a la extensión geográfica del Brasil, un país continental, será necesario continuar importando porque el trigo importado llega al litoral por vía marítima, abaratando los costos en lugar de transportarlo vía autopista desde el Centro-Oeste para San Pablo, por ejemplo, o para el Nordeste.
-Con lo cual usted cree que este no será el fin de las importaciones y que seguirá habiendo comercio entre los dos países.
-En mi opinión, Brasil será autosuficiente en trigo pero deberá continuar comprando, principalmente de Argentina, porque el transporte interno de grandes distancias por carretera no compensa para las industrias a la hora de consumir el trigo local. Acaba siendo mejor importar, con la garantía de adquirir un producto de buena calidad con costos de transporte que no impactan. Tanto es así que el envío marítimo es más barato.
-En esta zona es nuevo el trigo pero también es relativamente nueva la agricultura. La cooperativa donde usted trabaja tiene menos de 50 años.
-Exactamente. El Cerrado brasileño comenzó a ser explotado con más intensidad después de la creación de la EMBRAPA, porque la EMBRAPA desarrolló tecnologías, manejo y genéticas adaptadas para el Cerrado. Cuando yo llegué aquí en 1980, oriundo de Rio Grande del Sur, no pensaba que fuera a producir mucho, porque allá en el sur del Brasil, el mes de agosto era bastante lluvioso y húmedo, y aquí era muy seco. Entonces para convencernos de que el Cerrado era productivo, tuvimos que pasar el primero periodo de lluvias y aguardar. Todo el mundo dudaba porque realmente era una región muy nueva, y no existía mucho conocimiento sobre su explotación agrícola. Y aunque la propia EMBRAPA generaba tecnologías y conocimientos, las dudas persistían. Hoy por hoy el Cerrado es el granero del Brasil.
-¿En estos años que usted está aquí, la cosa ha crecido mucho? ¿Han empezado a aparecer nuevos cultivos, nuevas opciones qué combinan con el trigo?
-Bueno, el monocultivo, de la forma que era ejecutado antiguamente, solo soja y maíz, soja y maíz, no trajo buenas experiencias, porque la chance de reincidir en plagas y enfermedades aumenta con el pasar del tiempo. Por eso la introducción del trigo y de otros cultivos en el sistema logró equilibrar el ambiente. En consecuencia, los productores introdujeron otros cultivos, altamente productivos también, y que generaron buenos lucros. Por ejemplo, en estas áreas irrigadas tenemos bastante producción de hortalizas, de semillas de maíz para la agroindustria, de arveja, de garbanzo, de lenteja, zanahoria, cebolla, remolacha, todos cultivos que pueden enlatarse e industrializarse. Todo eso genera una diversidad muy amplia de cultivos, con lo que conseguimos adecuar esas variedades al ambiente y no crear los problemas que el monocultivo crearía.
-¿Tuvieron que adaptar los suelos para que fueran productivos?
–Sí, porque el suelo del Cerrado es muy débil en materia de fertilidad natural, pero la corrección es fácil, solo precisamos construir la fertilidad de ese suelo a lo largo del tiempo. Eso lleva unos 10 a 15 años, para llegar a un nivel de fertilidad óptimo. La corrección se realiza mediante calcáreo, una mezcla de calcio y magnesio que aumenta el pH del suelo para crear un ambiente más favorable para las plantas, sus raíces y los microorganismos que las habitan. Usamos también yeso, un subproducto de la industria. El yeso le permite a las plantas enraizarse más profundamente. El yeso elimina el aluminio tóxico y las raíces consiguen crecer más fácilmente a grandes profundidades. Tenemos también que fosforar el suelo, porque en Brasil de forma general, y particularmente en el Centro-Oeste, los niveles de fósforo es de dos partículas por millón, máximo, o sea de fertilidad muy baja. Tenemos que corregir con clorato de potasio, además, y algunos micronutrientes. Todos esos insumos para mejorar el suelo solo surtirán efecto después de 4, 5, 6 años, llegando a la fertilidad plena y su estabilidad recién después de 10 o 15 años. Al principio, claro, sufrimos bastante porque los suelos no permitían grandes producciones. Pero hoy, con 40, 50 años de producción, ya contamos con un suelo bien equilibrado, bien corregido, y consecuentemente, con gran productividad. Pero sin todo ese trabajo, hoy no podríamos producir nada.
-¿Es más costoso hacer agricultura aquí que en otros lugares de Brasil?
-Sí, el costo es mayor porque la mayor parte de las industrias de fertilizantes en Brasil, aun siendo pocas, están en San Pablo o en el sur de Brasil, o en el Nordeste y el litoral, y el costo de transporte encarece el precio final del producto. Incluso el fertilizante importado, ya que Brasil es uno de los mayores importadores de abono, que llega por vía marítima hasta los puertos y llega hasta aquí por transporte automotor o ferroviario, lo cual también encarece.
-Son muy dependientes a los fertilizantes…
-Tenemos que usar mucho fertilizante para conseguir buenas cosechas, y por eso acabamos teniendo un costo alto, que no llega a comprometer más a la actividad porque hemos conseguido buenas producciones por causa de la estabilidad climática, con 6 meses de sequía y 6 meses de lluvia. Y durante esos 6 meses de lluvia, aunque tengamos un mini verano, conseguimos producir bien a causa de la humedad suficiente que provoca una producción razonable para las plantas.
-Uno de los principales problemas, entonces, es la distancia para producir aquí. ¿Lo calificaría como el principal problema a resolver?
-Si, la distancia es realmente un gran problema, porque los costos de envío impactan mucho. Para darle una idea, si consideramos la región de Sorriso, en Mato Grosso del Norte, si tuviéramos que transportar soja hasta Paranaguá, más del 30% del costo final de esa soja es referente al transporte, que es realmente muy caro. Esos son los costos en Brasil, que vamos a mantener durante mucho tiempo hasta que se mejore la red ferroviaria, porque las distancias para transportar esos granos son enormes, e impactan ampliamente al costo final del productor. Cuanto más cerca de un puerto, el productor tiene más beneficios. En Rio Grande del Sur, por ejemplo, donde se encuentra el Puerto de Rio Grande, hay una distancia de apenas 100, 200 kilómetros desde las haciendas, y el precio acaba siendo mucho mejor que el de Mato Grosso o el nuestro, por causa de esa cercanía de las haciendas con el puerto, mientras que nosotros estamos a 1500, 2000 kilómetros del puerto.
-¿La siembra directa es la principal estrategia para sembrar en esta región? ¿Se ha adaptado bien esa tecnología?
-Si, la siembra directa, la plantación directa, como la llamamos en Brasil, es la tecnología que le permite al Cerrado ser ese gran productor de granos. Si no tuviéramos la plantación directa, probablemente tendríamos serios problemas ambientales, problemas de erosión, problemas de sedimentación de ríos, mientras que nuestro clima, que es más cálido, la temperatura promedio en verano es de 22, 23 grados, y en invierno de 18 grados, esa temperatura más elevada acelera la descomposición de la materia orgánica. Entonces si hubiera remoción del suelo, esa descomposición seria acelerada. Por eso la plantación directa es, de hecho, la gran responsable por el buen desempeño de la agricultura en el Cerrado.
-Sin embargo hay productores que deben, de vez en cuando, recurrir a la siembra convencional, a mover el suelo. ¿Esto es por el problema de las malezas resistentes? ¿Por qué razón se hace esto?
-Muchas veces el productor prepara el suelo, en áreas donde ya existe plantación directa, para corregir alguna deficiencia presentada por ese suelo, o incorporar un fertilizante, un calcáreo, o deshacer una compactación surgida en ese suelo, por eso el productor recurre a ese sistema. Pero hoy por hoy tenemos tecnologías comprobadas mediante investigación, donde no hay necesidad de incorporar el calcáreo, y en la peor de las hipótesis, la remoción para deshacer la compactación, solo en última instancia, por las raíces de las gramíneas, principalmente en el caso del trigo. El productor tal vez necesite perder una cosecha, no va a poder cultivar, o solo podrá cultivar un cultivo de cobertura, para extraer el máximo de beneficios. Pero con las tecnologías disponibles actualmente, no existe real necesidad de remover el suelo.
-¿Y las malezas con resistencia a los agroquímicos son un problema aquí, como en la Argentina?
-Se convirtieron en un problema, pero principalmente porque las estábamos manejando de forma equivocada. Por ejemplo, el capín amargo, una maleza que le está trayendo muchas preocupaciones a los productores por ser resistente al glifosato, es sin embargo vulnerable a otro tipo de moléculas que lo consiguen controlar, aunque con la rotación de trigo, cuya siembra se realiza en el mes de marzo, es posible combatirlo fácilmente a través del herbicida usado para el trigo. Así como el pulgón, que es un gran problema aquí en Brasil. Realizando el manejo adecuado, no deberíamos tener problemas. Todos esos problemas surgidos son por causa de productores que no siguieron lo que la investigación científica y la tecnología recomiendan.
-¿Y la cooperativa les ha servido? ¿Ha sido una herramienta importante para el desarrollo agrícola de esta región?
-Si, la cooperativa es imprescindible para el desarrollo de la región, principalmente para los pequeños y medianos productores. Para quien cultiva hasta 300 hectáreas, la cooperativa es imprescindible por que consigue comercializar la producción del productor. A veces consigue también vender anticipadamente, caso el productor quiera realizar la venta de un año para el otro, anticipadamente. Consigue proveer los insumos necesarios en grupo, y consecuentemente, se tiene acceso a un precio más bajo, ya que los grandes productores compran directamente de las industrias, y los pequeños no logran hacer eso. Por eso, la cooperativa es vital en esa función, además de otros beneficios que trae, como de almacenaje, de secado, clasificación, en fin, trae todas las ventajas asociadas al cooperativismo en una producción agrícola.
-Nosotros nos preguntamos por qué Brasil ha crecido, triplicado, su producción agrícola, mientras que Argentina está bastante estancada… ¿Cuáles son las diferencias? ¿Una buena decisión política? ¿El milagro de los Cerrados? ¿Tecnología? ¿Es una combinación de varios factores?
–Me parece que es una combinación de varios factores. Primero, desde mi punto de vista, la expansión de área en Argentina ya está limitada, por que Argentina es un país con un territorio menor que el brasileño. Un país grande, pero con menos áreas de cultivo que Brasil, y aquí en el Cerrado tenemos un fenómeno sucediendo, involucrando miles de hectáreas de pastoreo degradadas, deforestadas, que pueden ser utilizadas para el cultivo de soja. Todas esas áreas de pastoreo degradadas le permiten al Brasil aumentar su área de cultivo con soja, con maíz, con otras culturas. Le permite también tener más animales por unidad de área, después de corregidas.
-¿Todavía pueden crecer más?
-Es posible que Brasil aumente aún más su producción en función de todo eso. Además de una política ejercida en los últimos años, bien realizada por el gobierno, con menos intervenciones, como la ley que exime el impuesto a la exportación de soja, de maíz, de carnes. Todo eso facilita bastante. Todos los rendimientos que los productores tuvieron con la producción agrícola fueron invertidos en las haciendas, o compraron nuevas haciendas. El parque de maquinaria también mejoró mucho, mucho más moderno, caro, lógico que con precios altos, pero que le rinden muchas ventajas al productor mediante sus tecnologías de máquinas, de insumos, de incentivos del gobierno, y de expansión de área con la explotación de zonas de pastoreo degradadas.
-Usted ha venido del Sur a colonizar el Norte. Me dice que el 90% de los profesionales, o de los productores venían del sur hacia la aventura, era una especie de aventura esto hace 50 años. ¿Se siente una especie de colonizador?
-Si, la mayor parte de los productores de soja, maíz, trigo, de cereales, aquí en el Centro-Oeste, son todos oriundos de Rio Grande del Sur, principalmente de Paraná. Gauchos que tenían experiencia con el cultivo de soja, con la mecanización, que emigraron para aquí. Y en la época ellos vendían, por ejemplo, 10 hectáreas en el sur de Brasil, y compraban 1000 aquí, porque la tierra era muy barata. Nadie confiaba que fuera posible conseguir una producción agrícola en esta región. Aquellos productores más visionarios llegaron, comenzaron a invertir, compraron bastante tierra, porque sabían que el futuro era prometedor después del primer año con óptimos resultados, invirtieron bastante. Y a partir de esos óptimos resultados de esos primeros aventureros, en el Sur se creó la idea de que el Cerrado era una gran oportunidad para todos los productores rurales, y todos los gauchos se vinieron para acá, por eso es que 90% de las producciones de soja y maíz aquí son de gauchos.
-Ahora, mirando hacia el pasado, no se equivocaron. Definitivamente Brasil tiene una enorme oportunidad a partir de los Cerrados.
-Totalmente. Incluso necesitamos mejorar el aspecto exportador agregando más valor. Usando el ejemplo argentino, Argentina es un gran exportador de harina y aceite de soja. Brasil es un gran exportador de soja en grano. Todo bien que China no quiere comprar nuestra harina ni nuestro aceite, pero de cualquier forma, podríamos agregarle valor a la producción de soja, siguiendo el ejemplo argentino, incluso con otros tipos de cultivo también. Nosotros tenemos aquí plantaciones de ajo, cebolla, zanahoria, papa, en fin, agregarle valor a la producción para incentivar más a la agroindustria, de forma que traiga más dinero para el interior, para el Brasil continental, generando más empleo, más impuestos y más estabilidad en términos de producción agrícola.
-Ahora hay una elección (entre Lula y Bolsonaro, que finalmente ganó el primero). En la Argentina con cada elección parece que haya que volver a empezar la historia. ¿El agro brasileño corre peligro o hay cosas que ya no cambian?
-El agro apoya más al gobierno actual (el de Bolsonaro) por ser más simpático, tiene más afinidad, es un gobierno bastante nacionalista. Hasta cierto punto, eso es bueno, además de que no es muy intervencionista, eso es importante. Aunque los gobiernos de izquierda en Brasil tampoco fueron malos para el agro. Había muchos créditos, mucha abundancia, y fue cuando Brasil se convirtió en el gran exportador de productos agrícolas, sin mucha intervención realmente. Últimamente el otro candidato hizo algunos comentarios, diciendo que la soja es la enemiga de Brasil, pero, aun así, en el caso de que gane, no creemos que implante una política anti-soja porque cualquier gobierno precisa de dinero, precisa de ingresos, y sin un negocio próspero y fuerte, el gobierno sin dinero no hace nada.