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En los últimos cuatro meses, esa categoría y la de vaquillonas, para consumo interno, no han movido la aguja de las cotizaciones. Esta situación se trasladó a las carnicerías, con subas también por debajo del costo de vida.

En un contexto de fuerte presión inflacionaria sobre el precio de los alimentos, la carne vacuna constituye un caso aparte. Una combinación de demanda interna que no puede convalidar aumentos y un elevado nivel de oferta mantienen en una línea plana a las pizarras de las carnicerías.

El Mercado Rosario Ganadero (Rosgan) analizó la evolución de los valores de venta al público. “En los últimos cuatro meses, el precio de la carne vacuna viene registrando ajustes de precios que no logran cubrir el aumento inflacionario, acumulando caídas de más del 18% en términos reales”, señalaron.

En un año, y según calculó el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva), en los últimos 12 meses del año el precio de la carne vacuna aumentó apenas un 68%, contra una inflación que para ese mismo período acumula cerca al 83%. Mientras tanto, alternativas más económicas como el pollo exhiben subas del 89% anual.

LOS SECTORES DE MENOS RECURSOS

Estos aumentos tuvieron una dinámica bien diferenciada. Mientras los cortes más económicos –como falda y osobuco– subieron hasta un 110% interanual, los de mayor valor incrementos inferiores al 40% interanual.

De esta manera, el mayor impacto de los aumentos recayó sobre los sectores de la población con menor poder adquisitivo. Ante esta situación, buscan alternativas más económicas o reducen la ingesta de alimentos.

Según el Rosgan, el consumo de carne vacuna se encuentra desde hace un año prácticamente estancado en un promedio de 48 kilos anuales por habitante, desde los 55 a 60 kilos que supo absorber el mercado doméstico hasta 2019.

UN ESCENARIO FUTURO COMPLEJO

Con estas variables, será complicado que la cadena de ganados y carnes recupere en el corto plazo la rentabilidad perdida en los últimos cuatro meses.  En paralelo, la oferta no entrega señales positivas para una recuperación: la faena es elevada, hay una gran cantidad de hacienda que sale de los campos por la seca y los feedlots mantienen un nivele elevado de ocupación.

La exportación también presenta problemas, a partir de la retracción en los precios de la tonelada despachada a China y Europa.

“Vemos un fin de año donde muy probablemente estas correcciones de precio tiendan a morigerarse, extendiéndose hacia los primeros meses del próximo año, a medida que la hacienda comience a escasear, siempre y cuando el clima permita reactivar un normal desarrollo de las invernadas a campo“, concluyeron.