En Chaco, Santiago del Estero y el norte de Santa Fe, donde se encuentra la mayor superficie sembrada, el clima y los costos les jugaron una muy mala pasada a los productores; “no les va a alcanzar ni para pagar los gastos”, alertan desde una entidad
En rojo. En el norte del país, los números a los productores de algodón no les cierra. En Chaco, Santiago del Estero y el norte de Santa Fe, donde se encuentra la mayor área sembrada, el clima y los costos les jugaron una muy mala pasada. Son unas 500.000, de las 600.000 hectáreas que hay en total en todo el país, las que sufrieron un gran estrés hídrico y ahora que deben cosechar lo poco que queda las lluvias no dan tregua e inciden hacia abajo en la calidad de la fibra.
El panorama agrícola en la región es muy complejo y no solo afecta al algodón. También a otros cultivos como el maíz y la soja. Si bien se pudo sembrar en fecha, en noviembre y diciembre, con buenas lluvias hasta mediados de enero, desde ahí el agua se cortó y las temperaturas exageradamente elevadas provocaron un estrés importante en los tres cultivos de la zona. Después, más entrado el verano, las escasas lluvias que llegaron lo hicieron en forma muy discontinua y con pocos milímetros, cuando el algodón necesita 10 milímetros de consumo por día. Eran solo 15 milímetros cada 15 días, y eso los cultivos no lo toleran.
En marzo, que suele ser un mes de muy buenas lluvias en la región y que llegan justamente cuando los cultivos están en una época crítica de llenado de bocha y donde se asegura el potencial de rendimiento, se volvió a tener más de 10 días con temperaturas mayores a 45º y poca agua.
“Ese fue el detonante de toda esta situación dramática que hoy tenemos. En esa época, cuando el cultivo se está llenando tiene una demanda muy alta de agua y al no tenerla en el suelo y con tan alta temperatura las plantas colapsaron. O sea entraron en un estrés fisiológico irreversible. En esa primera quincena de marzo fue el momento de mayor daño”, detalló a LA NACION Marcelo Falco, ingeniero agrónomo y asesor de la Asociación Argentina de Productores Algodoneros.
Ahora que están en plena zafra son las precipitaciones las que no dejan al menos cosechar algo de eso que quedó. “Un día sale el sol y tenemos tres días de lloviznas. El clima no nos deja levantar lo poco que había. Es una escalerita hacia abajo en los rendimientos y en la calidad del algodón que necesita una época muy seca para levantarse. Hay que imaginarse el algodón que se chupa todo el agua y luego cuesta cosecharlo y va perdiendo mucha calidad”, describió.
Según indicó, el 70% del área algodonera de está campaña en la región está afectada y se va a cosechar por debajo del rinde de indiferencia. Es decir que los productores van a perder dinero: “No les va a alcanzar ni para pagar los gastos”.
El promedio de rinde de esa zona en años normales es de 700 kilos de fibra por hectárea y este año se estima que no va a llegar a 400 kilos de fibra por hectárea, una pérdida del 57%. Sumado a que la calidad también va a ser menor.
“La baja calidad también tiene un castigo muy fuerte en los precios. No es lo mismo los 700 kilos de fibra en años buenos, que tiene muy buena calidad, al valor de 400 kilos de fibra afectado, además, por la calidad. Se va a cobrar mucho menos por la producción”, señaló.
Los costos no son un tema menor en los guarismos de los algodoneros. Si bien es diferente cómo impactan los aumentos de los insumos y otros costos en los números de cada productor, estos se han elevado: el combustible subió muchísimo y los fitosanitarios también, agregando fletes, costos laborales, etc.
Por ejemplo, el productor más grande, con otra espalda financiera, seguramente compró insumos de manera anticipada a un dólar de $350 y venderá su producción a otro valor, pero los productores medianos, que es la gran masa y que más superficie en total hacen, financian sus insumos con la cosecha posterior.
“Los medianos van a pagar ahora en la cosecha a un dólar nuevo, a un tipo de cambio nuevo y con una producción muy golpeada. El mediano siempre depende de la financiación de los comercios locales y ese no va a poder pagar las cuentas”, destacó.
Bajo este escenario, hay mucho desánimo en la actividad porque, encima, los precios de la fibra cotizan a la baja: “Si bien es poca la baja, el valor de la fibra no acompañó el incremento de los insumos. Hoy, la verdad que el sector está sufriendo. El kilo de fibra de una calidad C, medio, que es una calidad buena para lo que produce la Argentina, se cotiza en la cámara en $1290″.
Pese a que el Gobierno hace oídos sordos a los constantes pedidos de este sector, los productores prefieren aguantar y no agravar la situación compleja que atraviesa también el país. “Este combo llevó a que haya un malestar muy grande, que en otros años los hubiera llevado a manifestarse, a salir a la ruta, a organizar un tractorazo, pero ya no hay ánimo para hacerlo. Y a la vez hay un tema de apoyo al Gobierno, donde los productores dicen: ‘no salimos con el gobierno anterior que nos castigaba y nos trataba mal, sabemos que ahora estamos peor, pero tenemos que acompañar’”, contó Falco.