A pesar de que el Ministerio de Agricultura lo haya aprobado, el ministro Daniel Filmus delire que la producción del cereal va a crecer 20% y que otras mentes afiebradas hablen de que la Argentina podrá cobrarle patentes tecnológicas a Estados Unidos, entre muchas otras exageraciones que se han escuchado y escrito, el polémico trigo transgénico HB4 no se puede sembrar en la Argentina. Solo lo hace un selecto grupo de productores seleccionados por la empresa dueña de la patente, Bioceres, que ha prometido mantener esta tecnología bajo un sistema de identidad preservada, bajo cuatro llaves, para que no sea accesible a cualquiera.
Es una de las tantas hipocresías del gobierno, cuyos funcionarios y militantes hablan maravillas de un desarrollo genético nacional (ni ellos mismos saben bien de qué se trata), pero luego no mueven un dedo para que dicha “tecnología revolucionaria” (en este caso es un trigo con mayor tolerancia al estrés hídrico) pueda ser utilizado libremente por los productores argentinos. ¿Pero cómo? ¿Si es tan maravillosa la tecnología, por que no podemos acceder a ella?
Y no podemos acceder a ella sencillamente porque Bioceres no ha puesto a la venta -ni pondrá, al menos en la próxima campaña 2022/23- estas semillas milagrosas para enfrentar la sequía. La compañía socia del Conicet, por el contrario, mantendrá la siembra acotada a un grupo de productores asociados para evitar una contaminación posible de las variedades convencionales de trigo con el gen HB4, lo que podría implicar problemas en los mercados para el resto de la producción argentina. Sobre esta complicación ha advertido todo el resto de la cadena triguera.
A la par, Bioceres también anunció que buscará un socio en el sector molinero para procesar las casi 150 mil toneladas de trigo HB4 que ya produjo las dos campañas anteriores bajo ese sistema cerrado, para hacer con esa harina el primer alimento de trigo transgénica del mundo. Todavía no se conocen detalles, pero esa producción también estaría bien segregada, apuntando a un público joven y cool, que no rechace los avances tecnológicos. Fuera del alcance de la mersada.
Los kirchneristas que elogian la tecnología HB4, empezando por Cristina Kirchner, no tienen la menor idea de esta situación. Pero tampoco la tienen los activistas ambientalistas que han lanzado una ofensiva para evitar que el trigo transgénico inunde nuestro mercado y contamine nuestras panzas.
Ahora, por ejemplo, la ambientalista Flavia Broffini, que se presenta como vocera de Extintion Rebellion, un movimiento social mundial cuyo objetivo es influir en las políticas medioambientales globales mediante la resistencia no violenta “para minimizar la extinción masiva y el calentamiento global”, lanzó una campaña local para resistir al temible transgénico de desarrollo nacional. Se llama “Compromiso Libre de HB4” y es una invitación a las empresas alimenticias para que no utilicen esta materia prima, a pesar de que la misma -como ya dijimos- no pueda ser sembrada y mucho menos comercializada, salvo por sus dueños.
“Tenemos la responsabilidad histórica de resistir el HB4, que aunque se presenta como una victoria nacional responde pura y exclusivamente a un interés corporativo. Es un paquete tecnológico que viene atado a un veneno como el glifosinato de amonio (sic, en realidad es glufosinatoi). Abrirle la puerta es abrirle la puerta definitivamente al modelo de la explotación de la tierra por los commodities. Resistir es también decirle sí a la agroecología, a otra forma de producir alimentos que pone en el centro la nutrición y soberanía alimentaria”, explicó la inefable Flavia a través de un comunicado.
Añade la información de prensa que esta iniciativa cuenta con el apoyo de productores independientes, empresas alimenticias y movimientos ambientalistas.
“La introducción del trigo transgénico en Argentina sólo beneficia a un grupo concentrado de empresarios, despojando a la población de los pocos recursos naturales que quedan. El mundo necesita volver al suelo y a la tierra. ¡Apoyemos al trigo libre y hagamos de él nuestro alimento!”, convoca Gonzalo Rondini, productor orgánico de Fincas El Paraiso, uno de los que se sumó a este boicot.
Por lo pronto, y casi como si fuera otro chiste parecido al de la liberación del HB4, la empresa alimenticia Zafrán, recetas honestas, anunció dejó de comprar trigo de origen incierto después de la reciente liberación comercial del trigo transgénico HB4. Como alternativa, la firma anunció que ya cerró un acuerdo con Fincas el Paraíso, productores orgánicos de Trenque Lauquen, para comprar 100% harina de trigo orgánico desde junio de 2022. Acordaron la siembra de 60 hectáreas.
“Desde nuestro modesto lugar, una pyme alimenticia argentruba de triple impacto, también podemos resistir. Lo hacemos firmando el compromiso de no comprar trigo HB4 y, para estar seguros, de usar solamente trigo de origen trazable. Desde ahora sólo usaremos como ingrediente de nuestras recetas trigo orgánico o agroecológico de productores con buenas prácticas que conozcamos con nombre y apellido”, explica Nito Anello, co-fundador de zafrán y zafranito.
Parece joda, pero es cierto.