En la semana que comienzan las juras de las principales razas, especialistas del sector hacen un repaso de la evolución de los principales indicadores de la actividad y los factores de riesgo en el horizonte
El contexto en el que se desenvuelve la Exposición Rural de Palermo muestra a una ganadería que viene de dos años buenos precios, lo que ha permitido incorporar tecnologías que repercutieron positivamente en dos parámetros fundamentales: el aumento del porcentaje de destete y el incremento del peso de faena de los novillos. Ambos factores han dado lugar a un incremento de la producción de carne, según informó recientemente el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Además, en los últimos meses, los engordes a corral retomaron resultados económicos positivos luego de dos años de quebrantos.
Al analizar en detalle la situación de la ganadería argentina y tratar de vislumbrar su comportamiento en el corto y mediano plazos, el consultor Víctor Tonelli trazó un panorama optimista, aunque no exento de inconvenientes.
Para el próximo trimestre espera una oferta abundante de hacienda liviana para consumo interno proveniente de feedlots, que muestran un nivel de encierre superior al 70%. Esas existencias en los corrales aseguran una faena holgada de novillitos hasta octubre, que se enfrentará con un consumo interno fulminado en su poder adquisitivo por la inflación y por la suba de costos de vida, lo que torna muy poco probables mejoras reales en los precios de esa categoría de hacienda.
Al considerar la situación de la exportación, Tonelli separó la denominada “vaca china” del novillo pesado. La primera “viene recuperando valor y está en vísperas de pegar un salto de precios, porque la demanda del país asiático está muy firme, ya que entramos al período de cierre de contratos para embarques de octubre, noviembre y diciembre, para satisfacer los pedidos por los festejos del Año Nuevo Lunar”, adelanta el analista.
“En las próximas semanas se espera mucho interés chino por concretar negocios y escasa oferta de vacas para manufactura y conserva en nuestro país; por ese choque de planetas podrían esperarse mejoras de precios nominales y reales de esas categorías, luego de haber caído en dólares en los últimos dos meses”, completa. La recuperación de valores de las vacas de categorías inferiores se trasladaría, por simpatía, a las gordas para consumo.
Tonelli es menos optimista con el novillo pesado para exportación. Espera que se mantenga en una posición de equilibrio o de leve suba, aunque más activo que el novillo liviano para consumo interno. “Un mes para vigilar las pantallas debería ser agosto, momento en el cual aparece estacionalmente la demanda de los frigoríficos por la cuota 481; también septiembre, cuando comienza a reactivarse la cuota Hilton”, enfatiza. “Actualmente, Europa no alcanza el autoabastecimiento, aunque como contrapartida, tiene el problema de la devaluación del euro, lo que determinaría que las posibilidades de mejora de precios de los novillos pesados sean menores a los de la vaca china”, diferencia Tonelli.
Para Diego Ponti, analista de ganados y carnes de AZ-Group, “en los últimos tres meses se recuperó la oferta de hacienda gorda y los precios bajaron”. Un elemento destacado de ese aumento de la faena es la mayor participación de novillos, a partir de la vuelta a las recrías pastoriles a causa del incremento del precio del maíz. También influyó una relación de compraventa más amplia entre el precio del novillo y del ternero – superior al 30%- que obligó a cargar más kilos a los novillos para faena y así “diluir” el costo del ternero. De esta forma, en junio aumentó el peso de faena hasta 234 kilos de res con hueso y en el acumulado del año habría una diferencia positiva de 4 kilos versus el primer semestre del año pasado. Así se va resolviendo una de las asignaturas pendientes que se le atribuyó a la ganadería argentina durante décadas.
También se mejoraron los índices de destete, luego de un intenso proceso de eliminación de vacas improductivas traccionado por el aumento de valor por la exportación de esta categoría a China. Con valores altos para la vaca de descarte, no fue tan difícil reemplazarla por una vaquillona.
Así, con buenos precios ganaderos durante largo tiempo “se va desarrollando un círculo virtuoso que gatilla inversiones tranqueras adentro, a pesar de las restricciones que impone el Gobierno tranqueras afuera”, sintetiza Ponti.
La carne
Por otro lado, al analizar la demanda de carne, Ponti recuerda que la exportación juega un papel relevante. En 2022 aprovecha una situación de buenos precios de la carne vacuna -40% superiores a los del año pasado- a pesar de una leve disminución ocurrida en los últimos dos meses. La contracara de esa situación favorable son las restricciones a los embarques que impone el Gobierno, que determinaron que las exportaciones de 2022 estén 7% por debajo de igual fecha del año pasado, y que permitieron que Brasil y Uruguay ganaran posiciones en los mercados de carnes. Solo Paraguay (le vendía a Rusia) y la Argentina (se autoexcluye) dejaron pasar la oportunidad de crecer.
Además de las restricciones en volumen, la industria frigorífica está muy afectada por la inflación doméstica -que encarece el valor del novillo en pie- y el retraso en la actualización del dólar oficial, al que hay que restarle, además, el 9% de derechos de exportación.
Mientras tanto, el consumo doméstico dio claras síntomas de agotamiento en mayo y junio por salarios aún sin al aire fresco de las paritarias y por no haber cobrado el medio aguinaldo. En ese contexto, los carniceros debieron hacer pases de magia para vender carne: compraron los cuartos más demandados en vez de medias reses, pidieron carne de novillos más pesados, de menor calidad o de vacas para estar pertrechados con precios más accesibles en la lucha diaria para facturarle al consumidor.
En ese contexto doméstico complicado, Ponti ve precios del gordo tranquilos hasta octubre, por la previsible abundante oferta de los engordes a corral. “Recién al acercarse fin de año, cuando se reduce la oferta de los feedlots y aumenta la demanda de carne por las Fiestas, se puede pensar en una suba en el valor de la hacienda para consumo interno, un fenómeno que se repitió en los últimos dos años”, anticipa el analista.
Al explayarse sobre el análisis de los precios de la hacienda gorda, Ponti define que en 2022 ya pasó el mejor momento -habría sido entre febrero y abril- y conjetura que para el segundo semestre, con una inflación mensual alta, un dólar para exportación que aumenta menos y sin perspectivas de cambios significativos en los ingresos de la población, no cabría esperar valores reales mejores que los actuales. A su juicio, la inflación también va a afectar el valor de la hacienda para invernada: “para mantener su cotización en términos reales el ternero debería valer 500$/kg a fin de año”, proyecta y agrega que también perderá valor medido en dólares MEP.
Más allá de la situación coyuntural, Ponti entiende que el segundo semestre será un buen momento para seguir invirtiendo y mejorando los planteos ganaderos. “Luego de dos años de buenos precios, hay liquidez para seguir haciendo inversiones para producir más carne; en un año electoral como 2023 no se sabe si se podrá decir lo mismo”, aconseja el experto.
China y el clima
Ignacio Iriarte, director de Informe Ganadero, resalta que el factor que dinamiza la ganadería argentina es la exportación y, dentro de ella, los embarques hacia China. “El gigante asiático se está llevando una de cada cinco cabezas faenadas y no solo demanda carne de vacas conserva, sino también cortes y huesos de espinazo y de costillar, que cotizan a 2000 dólares por tonelada”, enumera. Con los huesos produce colágeno para fabricar gelatina y se elaboran sopas y platos preparados. Anualmente se ubican 8000 toneladas de huesos con destino a China.
En el país asiático hubo una política sanitaria muy estricta, con cuarentenas muy largas y obligación de realizar testeos cada tres días para poder circular. Cuando estas medidas se levantaron, los habitantes de las grandes ciudades salieron poco de sus casas. A pesar de estos comportamientos, en mayo China compró 3% más de carne vacuna respecto de su promedio histórico.
Al considerar las perspectivas de precios para las próximas semanas, Iriarte dijo que dependerán mucho de la evolución del factor climático en nuestro país: “los campos están talados y los pronósticos generan muchos interrogantes acerca de cuando se va a producir la recuperación”. El otro interrogante que condicionará las cotizaciones es el comportamiento de China y de Ucrania. Si el primero logra superar del todo el COVID, y si Ucrania llega a un acuerdo con Rusia, se puede pensar en volver a los valores de la carne vacuna anteriores a la crisis.
El semáforo para las actividades ganaderas durante 2022
En un contexto con posibilidades de sostenimiento de condiciones favorables para la producción de carne vacuna, habría diferencias en el resultado esperado de las distintas actividades pecuarias
Luz verde
- La hacienda para cría cumplió su cuarto año en el podio de muy buenos precios. Ese proceso puede continuar en los próximos meses y los criadores podrían seguir disfrutando de valores atractivos para las vacas de rechazo y gordas
- Los vendedores de reproductores también enfrentarán un escenario propicio, de cara al próximo servicio, y los oferentes de vaquillonas preñadas podrán seguir el mismo camino, al comercializar un activo que defiende a los capitales de la inflación
Luz amarilla
- Hay dudas sobre el comportamiento de la invernada. Entre los factores positivos figura la suba estacional de precios durante el segundo semestre; también jugará a favor el adelantamiento de las compras de los invernadores, que planificarán la venta de los animales con otro gobierno.
- Como factores negativos aparece la inflación y el costo de la alimentación a corral de los terneros, si la guerra no se resuelve rápido o si hay adversidades climáticas en las cosechas y se mantienen altos los valores de los granos
Luz roja
- Se prevé abundante oferta de hacienda liviana para consumo en el próximo trimestre, que se enfrentará con un poder adquisitivo de los consumidores pulverizado por la inflación. Es la categoría con menores posibilidades de mejoras reales de precios