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El desafío y la oportunidad que tiene la Argentina de exportar productos agroalimentarios de alto valor son fabulosos. Energía y minerales son dos motores que se sumarán al del agro, que de todos modos seguirá siendo el buque insignia de las exportaciones.

 

Me viene a la memoria la frase que popularizó el profesor Héctor “El Negro” Ordoñez hace muchos años ya, cuando decía que un kilo de carne valía más que uno de Audi. El Negro buscaba impactar sobre la percepción de valor agregado en los productos del agro y con esa imagen lo logró.

Ordoñez ya hace rato que no está entre nosotros, pero su lógica continúa vigente. A priori, hubiera pensado que el valor unitario de los caños de acero sin costura que la Argentina exporta para la industria petrolera global era significativamente mayor que la manteca que consumimos a diario. Pero no.

En lo que va del año, de enero a setiembre, la Argentina exportó 11.900 toneladas de caños por un valor unitario de 1.689 dólares. En el mismo lapso se exportaron 10.600 toneladas de manteca, a un valor unitario de 6.462 dólares o 282% más que los tubos.

EL POTENCIAL DE LA AGROINDUSTRIA

El caso nos expone al potencial que tienen las cadenas agroalimentarias de agregar valor. Si el valor FOB unitario de la leche fluida exportada este año promedió los 690 dólares, el lactosuero alcanzó a US$1.668, la leche en polvo entera US$3.616,  y el queso duro US$6.314.

Y si consideramos que estos productos de proteína animal arrancan de una base alimentaria de maíz, silaje y proteína vegetal, el agregado de valor del tracto digestivo de la vaca sumado a la industria láctea es fenomenal.expos lacteas

Lo mismo ocurre en el resto de las cadenas, donde podemos pasar de un trigo de 233 dólares por tonelada a un pan lactal de 3.445 dólares, pasando por el gluten de 1.772 dólares y la harina de 354 dólares.

El desafío y la oportunidad que tiene la Argentina de exportar productos agroalimentarios de alto valor son fabulosos.

Una oportunidad que tenemos por ejemplo en el maíz, cereal del cual exportamos alrededor de dos tercios de la producción como grano. Si tomamos como ejemplo la industria del etanol, que desguaza el grano en combustible renovable, burlanda para la alimentación animal y gas carbónico para la industria de las gaseosas, las 38 millones de toneladas embarcadas la campaña pasada podrían abastecer a 45 ACABio, la etanolera más grande de la Argentina. Impresionante.

Lo mismo se puede aplicar a la cadena del trigo, en donde gracias a la gran campaña que estamos teniendo vamos a exportar unas 15 millones de toneladas, que es dos veces el consumo de la industria molinera. Y lo mismo para la cadena de la cebada, donde necesitamos que se concreten inversiones para procesar la cebada y exportar una mayor proporción de malta.

En los próximos años veremos el crecimiento de otros sectores, energía y minerales, como generadores de divisas de la Argentina. Son dos  motores más que se suman al del agro. Pero no tenemos que perder de vista que los alimentos son el buque insignia de nuestro sector exportador, llevando calidad y sustentabilidad al mundo en cada contenedor que se despacha.