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Era insostenible y vergonzoso: el Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA) que armó el ex secretario kirchnerista Roberto Feletti, con la bendición de vaya a saber qué arcángel y gracias a 400 millones de dólares que les sacan a los productores de soja, ha sido largamente cuestionado por todo el sector molinero porque solo parecía favorecer a una empresa, Molino Cañuelas, y no cumplió con el objetivo declarado de contener los precios del pan, que siguieron subiendo.

Esta tarde, el secretario de Comercio, Matías Tombolini, anunció el final de ese operativo. Pero habrá sorpresas, porque Cañuelas se aseguró cobrar las sumas millonarias pendientes (se habla de unos 4.500 millones de pesos) y porque los afanes intervencionistas del gobierno no han cedido: ahora pretenden utilizar los recursos del próximamente ex FETA para subsidiar directamente a los panaderos.

Como anticipó Bichos de Campo, luego de renovadas quejas de las cámaras de empresas que muelen trigo y venden la harina, Tombolini citó esta tarde a la Federación de la Industria Molinera (FAIM). “Estimados asociados , convocó a un plenario vía zoom para mañana a las 10.00 en virtud de decisiones trascendentes que ha tomado la Secretaría de Comercio respecto del fideicomiso FETA. En la misma reunión les daré detalles y pasos a seguir. Los espero”, escribió después el titular de esa entidad, Diego Cifarelli, en un mensaje a sus asociados.

¿Qué les contará? Que el ministro Sergio Massa y su secretario de Comercio -acaso temerosos de que las críticas por el FETA se convirtieran en demandas judiciales-, decidieron dar por terminado el engendro financiero-comercial creado por Feletti, del cual este medio ha escrito en profundidad desde el día uno.

El fideicomiso, administrado por el BICE, toma lo recaudado por una suba adicional de las retenciones al aceite y la harina de soja para, con ese dinero, subsidiar parte del costo del trigo adquirido por los molinos que aceptaran vender la harina subsidiada a las panaderías. Pero al FETA finalmente se anotaron solo el 7% de los 160  molinos que existen, porque la gran mayoría anticipó que iba a ser un fracaso y que el Estado, luego de condicionar el precio mayorista de venta de la harina, no pagaría en tiempo y forma los subsidios.

Entre los pocos molinos que adhirieron, de entrada figuró Molino Cañuelas, una mega empresa que concentra más del 20% de la molienda de trigo y que está en convocatoria de acreedores desde septiembre de 2021 con un pasivo de más de 1.300 millones de dólares. Feletti, al lanzar el FETA, hizo caso omiso a esa situación y definió una serie de reglas muy a medida de la compañía: por ejemplo, acordó subsidiar las harinas más costosas en las cuales la firma es líder y que no impactan en el pan común. Con los papeles todavía desordenados, además, le anticipó casi 1.300 millones de pesos para poner en marcha el operativo.

El pan común subió en estos pocos meses de 250 a 350 pesos por kilo. Y Cañuelas, con el apoyo oficial, recuperó varias posiciones en el mercado.

Con el FETA aniquilado por las sospechas, y con el propio Feletti ya imputado en una causa iniciada por diputados de la Coalición Cívica, ahora la intención de Tombolini es que el resto de la industria molinera, la que jamás aceptó participar de esta componenda, acepte que el escandaloso fideicomiso sea disuelto no sin antes cancelar los pasivos acumulados en favor no solo de Molinos Cañuelas, sino de otro puñado de molinos que, empujados por las circunstancias, ingresaron al sistema y vendieron algo de harina barata al mercado. Esta foto de pretendida impunidad era discutida intensamente por todo el sector.

“Las compensaciones impagas a los molinos adherentes se pagarían en su totalidad en un período estimado de entre 7 y 10 días”, dijo una fuente del sector a este medio. A Cañuelas, que sigue en una posición financiera delicada, le deberían nada menos que 4.770 millones de pesos. Luego del escandaloso anticipó que Feletti le pagó a esa firma cuando el fideicomiso ni siquiera había sido bien constituido (horas antes de dejar su cargo en mayo pasado) y debido a la sucesión de secretarios de Comercio que lo continuaron, no hubo nuevos desembolsos para los molinos que adhirieron al fideicomiso.

También está muy discutido lo que viene, porque Tombolini también adelantó a los molineros que a partir de ahora canalizará la recaudación de las retenciones adicionales, los mencionados 400 millones de dólares, a subsidiar directamente a las panaderías. Se desconoce de qué manera, pues se trata de un entramado de miles de comercios minoristas. Según algunas fuentes, la forma copiaría al programa de “Previaje” para motorizar el turismo interno. Por lo pronto, el funcionario pidió sugerencias al respecto la industria para esta misma semana.

Según trascendidos, en este nuevo esquema “los panaderos recibirán una suma de dinero por cada bolsa de harina que compren” y para recibir el subsidio “tendrán que hacer publicidad en su local mostrando que venden pan elaborado con harina subsidiada”, además de “subir las compras en una pagina en la cual se validarán los datos de a quien se lo compraron con el propósito de que se determine la veracidad de la información”. Los pagos del nuevo fondo llegarán después de chequear que los molinos y distribuidores que vendan harina estén debidamente inscriptos en el RUCA.