El informe, recién salido del horno, del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la perspectiva económica global no tiene nada sorpresivo: prevé un crecimiento del Producto Bruto Mundial del 3,2% en 2022 y del 2,7% en 2023 luego de haber registrado un alza del 6,0% en 2021.
La inflación global proyectada para este año es del 8,8%, pero bajaría a 6,5% en 2023 y 4,1% en 2024 gracias a políticas monetarias restrictivas en las principales naciones del mundo que, obviamente, propiciarán una desaceleración económica.
Pero el informe contiene dos riesgos potenciales enormes que, en caso de consolidarse, obligarán a replantear todos los escenarios económicos vigentes hasta la fecha.
El primero es el surgimiento de una crisis financiera sistémica en China similar a la registrada en EE.UU. en 2008 (“crisis de las hipotecas subprime”), la cual requirió una inyección monumental de liquidez por parte de la Reserva Federal de EE.UU, para evitar el colapso del sistema.
“Los riesgos bajistas en lo que respecta a una recuperación del crecimiento chino dominan las perspectivas, con señales de una desaceleración significativa en el sector inmobiliario, históricamente un motor de crecimiento para la economía de esa nación”, advierte el FMI.
“La caída en las ventas de inmuebles impide que los desarrolladores accedan a una fuente de liquidez muy necesaria para terminar los proyectos en curso, lo que ejerce presión sobre sus flujos de efectivo y aumenta la posibilidad de más incumplimientos de deuda”, añade.
El informe señala que una mayor intensificación de los bucles de retroalimentación negativa entre la caída de las ventas de viviendas y el estrés de los desarrolladores inmobiliarios corre el riesgo de promover un ajuste creciente y prolongado.
“Eso sería un gran golpe, dado que el sector inmobiliario representa alrededor de una quinta parte del PIB en China. Además, el potencial de pérdidas del sector bancario puede inducir efectos de contagio macrofinancieros más amplios que pesarían mucho sobre el crecimiento a mediano plazo de China”, apunta.
El segundo gran riesgo contenido en el reporte del FMI es una fragmentación geopolítica que podría derivar en una suerte de nueva “guerra fría”.
“La invasión rusa de Ucrania fracturó las relaciones entre Rusia y muchos otros países. También se están volviendo más probables nuevas tensiones geopolíticas en el este de Asia y en otros lugares, las cuales generan el riesgo de perturbar el comercio y erosionar los pilares de los marcos de cooperación multilateral que tardaron décadas en construirse”, explica el documento.
“Si bien el reciente acuerdo de granos del Mar Negro es un buen augurio para aumentar el suministro de productos básicos a los mercados mundiales y es un paso positivo para los esfuerzos diplomáticos internacionales, los riesgos de que la economía mundial se fragmente aún más son reales y podrían influir en las perspectivas, especialmente a mediano plazo (los próximos tres a cinco años)”, añade.
“Dar marcha atrás en el acuerdo de cereales del Mar Negro podría conducir a una crisis de seguridad alimentaria, sobre todo en los países de bajos ingresos. Una mayor fragmentación en la cooperación global crearía un riesgo significativo para la cooperación en políticas de cambio climático. El aumento de las tensiones también podría hacer que el mundo se fragmente en diferentes esferas de influencia geopolítica, con impactos adversos en el comercio mundial y los flujos de capital”, resume el FMI.