Gustavo Farroni asegura que en sus 57 años nunca vio una falta de humedad de tal magnitud en los suelos y es la primera vez que decide resignar la inversión en siembras de alta tecnología para suplir la falta de pasto
La sequía extrema y las heladas impactan sobre el trigo y otros cultivos que fueron sembrados en el invierno. Ante este escenario adverso, algunos productores agropecuarios deciden usar el cereal para alimentar al ganado y así suplir la falta de pasto.
Es el caso de Gustavo Farroni, un agricultor y ganadero del partido bonaerense de Pergamino, donde junto a su hermano son propietarios del establecimiento “Don Juan”, de unas 300 hectáreas, que se encuentra ubicado en el kilómetro 46,5 de la ruta 188, entre los pueblos Guerrico y Acevedo. Allí, tiene unos 300 animales de Angus y siembra diferentes cultivos.
A pesar de encontrarse en la zona núcleo, donde los suelos son los de mayor productividad del país, no pudo escapar al impacto negativo del clima. “Acabo de largar la hacienda al trigo, en un momento donde las vacas están en la parición y necesitan comer para darle leche a sus crías. Es un lote que se hizo con muchas esperanzas y toda la tecnología: 120 kilos de arrancador, 280 kilos de urea en dos aplicaciones, semillas de última generación y asesoramiento. En un país productivo, hubiésemos tenido un seguro multirriesgo y un equipo de riego, con un impacto que hubiese sido menor. Pero porque a nuestros gobernantes no les interesa producir, pero sí recaudar, pasan estas cosas”, lamentó Farroni en un video que fue filmado el 1 de octubre y se viralizó en las redes sociales.
Detalló que en su establecimiento implantó 70 hectáreas de trigo durante los primeros días de junio. “En un lote de 20 hectáreas es donde ya largué los animales, y las otras 50 también están próximas a ser usadas como pastoreo. Tengo 57 años, me crie en el campo y no recuerdo una sequía así. Mi padre tampoco. La última lluvia fue a mediados de mayo y es la primera vez que me toca tomar la triste determinación de largar los animales a un cultivo”.
A eso, se sumaron las muy bajas temperaturas sucedidas durante el invierno. “Debemos contabilizar unas 100 heladas, algunas con una magnitud terrible, de hasta 4 grados bajo cero. Muchas han sido heladas negras, por la falta de humedad, que son las peores. De hecho, también tengo sembrada avena y arveja, que están en un estado muy lamentable”.
Farroni contó que además implantó otras 130 hectáreas de trigo en campos arrendados, donde no tiene la posibilidad de usarlas como alimento para el ganado. Pero donde la productividad va a ser tan baja que ni siquiera llegarán a recuperar la mitad de la inversión.
“Aunque es muy difícil evaluarlo, porque necesitamos que empiece a llover, calculamos con mi asesor que puede llegar a dar entre 7 y 12 quintales, cuando tuve un costo de 25, por lo menos. Cuando hicimos los planteos de siembra y fertilización, calculamos sacar entre 4500 y 5000 kilos, pero vamos a sacar entre 1000 y 1200, con suerte. Es un desastre, vamos claramente a pérdida”, describió.
Al respecto, se quejó de la alta presión impositiva, que agrava esta situación. “El Estado siempre está ausente en estos casos, pero sí es socio en las ganancias con las retenciones. Uno ha gastado mucha plata con el trigo, pero también pierden muchas empresas alrededor nuestro, como el transporte, el acopio y todo lo que rodea a una cosecha”.
A su vez, comentó que, según se enteró, otros agricultores de la zona están evaluando secar a los cultivos con herbicidas y esperar a que llueva para sembrar soja.
“Yo tenía pensado sembrar maíz de primera para los animales, pero ya se pasó la fecha porque se hace en septiembre, así que ahora lo implantaré de manera tardía en diciembre. Pienso además hacer soja de primera, pero a mediados o fines de octubre arranca la siembra y no hay nada de humedad ni reservas, Tendría que llover entre 80 y 100 milímetros, pero lo veo complicado porque no hay pronósticos favorables a corto ni largo plazo”, finalizó Farroni sobre sus planes de cara a la campaña gruesa.