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Pero entonces señalábamos que, si bien el contexto global no era el más propicio, teníamos a disposición un recurso energético de producción nacional –el biodiésel– que nos permitiría suplir el bache de oferta del combustible de origen fósil.

Tres días después, el 29 de marzo, insistimos con el tema para señalar que bastaba una sola resolución oficial para habilitar un mayor uso de interno de biodiésel y terminar con el problema.

Las dificultades presentes inicialmente en el agro, con las semanas se extendieron al resto de los sectores económicos. Las quejas y los perjuicios se generalizaron. Y el gobierno, silencio.

Finalmente hoy, 15 de junio, el gobierno de Alberto Fernández anunció que se subirá el corte obligatorio de biodiésel con gasoil del 5,0% al 7,5%, al tiempo que se habilitará, por un período de al menos dos meses, la posibilidad de realizar un corte extraordinario de hasta el 12,5% para intentar cubrir el faltante de gasoil.

¿Por qué tardaron tanto? También lo explicamos en Bichos de Campo: porque un aumento del uso de biodiésel conspira contra los intereses de la compañía estatal petrolera YPF.

Pero, finalmente, frente al descalabro generado por el faltante de un insumo crítico, al gobierno no le quedó otra alternativa que habilitar un mayor uso interno del biocombustible.

Lo que debería ser un motivo de alegría, por la posibilidad de tener un activo que nos permite garantizar la independencia energética en un contexto geopolítico complicado, para el gobierno, en cambio, es la última opción tomada con una actitud vergonzante.

La buena noticia es que finalmente se habilitó un mayor uso interno de biodiésel (se podría, de todas maneras, haber autorizado un corte de hasta el 20% para asegurar el pleno abastecimiento). La mala es que se podría haber hecho dos meses y medio atrás.