Una cabaña de Formosa y otra de Chubut participan de la muestra ganadera que reúne a la mejor genética del mundo.
La Brangus formoseña Fortunata y su cría, Paloma, salieron de su tierra más de veinte días antes de ingresar a Palermo.
Competir en las pistas de la Rural de Palermo es para los cabañeros jugar en las ligas mayores. Ahí solo llegan los mejores animales, la genética excepcional del ganado bovino. No es fácil. Mucho menos para alguien que produce en condiciones ambientales difíciles y debe recorrer más de 1.200 kilómetros desde el norte o el sur del país para llegar a Buenos Aires. Este es el caso de los hermanos Doldán y el de Ernesto “Tito” Ayling, los cabañeros que llegaron desde los puntos más extremos de la Argentina para participar de la 134° Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria Internacional porteña.
Los Doldán
Federico y Marcelo Doldán son tercera generación de productores agropecuarios en Colonia La Emilia, un paraje ubicado 50 kilómetros al este de la capital de Formosa, y llegaron a Palermo con su vaca Brangus Fortunata y su cría, Paloma. Los dos están a cargo de la empresa familiar, manejando un rodeo de cría de 700 madres. Además, desde 2017, llevan adelante la Cabaña Montelindo de raza Brangus que hoy tiene 50 madres y trabajan también con transferencia embrionaria. “La cabaña es un trabajo artesanal, más en estos campos que son superduros. La poca pastura que tenemos la usamos para los animales de la cabaña y les damos una ración que tiene maíz, sorgo, girasol, y otros núcleos, para ayudarlos”, relató Federico.
Los hermanos Doldán, propietarios de la Cabaña Montelindo de Formosa.
Fortunata
Fortunata es una joven hembra Brangus de dos años y medio, preñada y con una ternera al pie de cinco meses, Paloma, su primera hija. Es hija de padre y madre campeones de Palermo, y hoy, por primera vez, recorre el camino de sus progenitores.
El viaje desde Formosa es largo y estresante para los animales, por eso, se debe hacer una buena preparación con suficiente tiempo de antelación. “A esta vaca se la tiene entre algodones, tiene trato diferencial desde que nació, se le pone bozal, tiene que aprender a caminar, se la amansa, la bañan, la peinan y aún con todo eso, nada te asegura que no pase algo y no llegue a término para participar de la exposición, es muy difícil llegar a Palermo”, detalló el cabañero.
Fortunata y Paloma ingresaron a la Rural el 19 de julio con su cabañero, Agustín.
Para que Fortunata y Paloma se adapten, veinte días antes de la exposición las llevaron al campo de la cabaña Tres Cruces en Luján. “La vaca se tiene que recuperar después de tan largo viaje, son 16 o 18 horas, se tiene que adaptar y también acostumbrar al agua de la zona que tiene mucho cloro en comparación con la que toman habitualmente”, contó Federico.
Tito
Los animales que viajan desde la Patagonia, una vez cruzado el río Colorado que delimita hacia el sur la zona libre de aftosa sin vacunación, no pueden volver a su tierra. Por eso, son muy pocos los cabañeros patagónicos que encaran la larga travesía hacia las pistas de Palermo.
El Ing. Agr. Ernesto “Tito” Ayling, propietario de la cabaña Media Luna de Colonia Sarmiento, Chubut, sin embargo, decidió llevar a Aldea, una vaca Hereford preñada de dos años y diez meses. Tito nació en Chubut y es cuarta generación de productores agropecuarios. “Somos criadores de Hereford de toda la vida. Yo viví en el campo, hice la escuela primaria en Sarmiento y después me vine a estudiar pupilo a Buenos Aires porque allá no había secundaria”, repasó. En la Capital estudió Agronomía y desde que se recibió se ha dedicado al asesoramiento de cabañas bovinas en y a la producción en su establecimiento sureño donde se hace cargo de la cabaña de bovinos Hereford, la cría de ovejas, el cultivo cerezas y de vid.
Ernesto «Tito» Ayling, con Matías, su cabañero, y Aldea, recién llegados a Palermo.
Producir en la Patagonia no es tarea sencilla ya que el ambiente presenta condiciones rigurosas. Allá, los productores tienen campos de invierno y de veranada, y los animales deben trasladarse de una zona a otra según la estación. En el invierno se junta el agua y el rodeo se lleva a las zonas más bajas donde las temperaturas son un poco más amables. “Tenemos campo en la cordillera, a 5 km del límite con Chile, los inviernos son muy duros, fríos y largos pero por suerte hoy tenemos más comodidades, hay comunicaciones, hay internet, estamos un poco mejor que cuando yo era chico. Este año estamos con bastante nieve pero viene muy bien porque veníamos de años muy secos”, detalló Tito.
Aldea
Después de una travesía de varios meses, Aldea finalmente llegó a la Exposición de Palermo. En marzo partió desde Chubut con una cría al pie, “la trajimos a la provincia de Buenos Aires, a un campo de la familia en Gral. Belgrano, porque cuando un animal viene desde el sur tiene que hacer cuarentena en una zona libre de aftosa con vacunación”, explicó Tito.
Una vez instalada en su nuevo domicilio, Aldea compitió en la Exposición de Otoño de Hereford de Tandil donde se llevó el primer premio. Ella ya había participado en exposiciones del circuito patagónico y en 2021 obtuvo el premio Reservada Gran Campeona en la Exposición Nacional de la raza que se hizo en Conesa. Ahora, aguarda por una cucarda en La Rural ya con el ternero destetado y preñada.
La catedral de la ganadería
“Para nosotros venir desde allá es un esfuerzo, es difícil, pero es importante estar presentes”, dijo Tito. “Esta exposición es única en el mundo, he estado en varias y lo que se vive, el clima que se crea acá, es único. A nivel de genética ganadera, estar dentro de esta pista maravillosa es lo máximo a lo que uno puede aspirar. Son las ligas mayores”, expresó el ingeniero.
“En Formosa los campos son muy duros, “con todas las adversidades que hay pasar es realmente difícil llegar a Palermo, por eso nos llena de orgullo y nos emociona, es un sueño cumplido estar en la catedral de la ganadería argentina. Imagínate lo que es estar a la altura de cualquier cabaña a nivel nacional: ¡es una cosa de locos, es el sueño del pibe!”, confesó Federico.