Especialistas del INTA realizaron un informe para reincorporar desechos agropecuarios a la cadena productiva como insumos y minimizar el impacto ambiental
Aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen se desperdician, según cifras de la FAO. Si bien las pérdidas varían según la cadena, los grandes volúmenes de residuos, descartes y subproductos generados por la industria agroalimentaria constituyen un gran problema.
En el Día Internacional de Conciencia sobre la Pérdida y Desperdicio de Alimentos, hoy 29 de septiembre el INTA destacó la importancia de considerar a los subproductos, descartes y residuos agroalimentarios y agropecuarios como insumos. Para el organismo, esto es una estrategia que agrega valor, reduce el desperdicio, disminuye costos y minimiza el impacto ambiental de los residuos.
Los especialistas del INTA coinciden que es “un verdadero círculo virtuoso”. En este sentido, para Livia Negri, del Instituto de Tecnología de Alimentos del INTA Castelar, “es posible minimizar y valorizar los grandes volúmenes de residuos, descartes y subproductos que generan las actividades agropecuarias y agroindustriales, mediante la aplicación de tecnologías adecuadas”. Y agregó: “La producción de residuos es una parte inevitable de la cadena de elaboración y suministro de alimentos que pueden reincorporarse a la cadena productiva”.
Según la especialista, se trata de “recursos de mucho valor, verdaderos insumos y materias primas de muy buena calidad y de bajo costo” y consideró “clave” aprovechar los SDR (subproductos, descartes y residuos) en la misma región donde se producen, para evitar incrementar los costos y el impacto ambiental.
Un problema, una solución
En un informe elaborado por la institución, indicó que, por ejemplo en el caso de las frutas y verduras, aspectos vinculados con su estética o tamaño conllevan a su descarte, dado que no cumplen con las exigencias de los consumidores. A esto, se suma los residuos y subproductos propios de la industrialización, tales como piel, semillas, carozos, bagazos o sueros.
La pregunta entonces sería: ¿son desechos o insumos? Para Negri, la respuesta es simple. En su mayoría, pueden ser considerados insumos. Y como ejemplo se refirió a la utilización del bagazo de cebada, un subproducto de la fabricación de cerveza, para alimentar ganado bovino, o bien, el descarte de cítricos para la suplementación de rodeos destinados a la producción de carne y de leche, dado su alto valor energético.
En esa línea, señaló otros ejemplos como la obtención de harina de banana de descarte, a partir del remanente de frutas que no califican para la comercialización en fresco o la técnica de deshidratación en cerezas para la obtención de pasas con valor agregado y aprovechar los excedentes de frutas estacionales, o bien la producción de barritas de frutas deshidratadas y frutos secos aptas para celíacos.
Entre las numerosas alternativas de aprovechamiento de residuos, dijo que también “está la obtención de snacks saludables a partir del descarte productivo de zanahoria; así se da un aprovechamiento de las zanahorias que, aún en óptimo estado de madurez, no se comercializan por su forma o tamaño”.
Otro modo de reciclar residuos “es aprovechar el descarte de girasol para producir hongos y biofertilizantes, así, reutilizan la cáscara de girasol que generan las aceiteras, procesan el sustrato degradado por los hongos y lo transforman en biofertilizante”.
Por último, contaron que es posible “producir plásticos biodegradables con uno de los principales desechos de la cadena láctea: el lactosuero. Según dijeron, se logró ”transformarlo en dos productos con alto valor agregado: por un lado, plásticos biodegradables, que podrán también aplicarse a compostaje, y por el otro, un aditivo para la nutrición infantil”.