Aapresid realizó ensayos con la leguminosa en Santiago del Estero y el norte de la Patagonia. Entre otras variables, se destacó por su producción de biomasa y la fijación de nitrógeno.
En el menú de cultivos de servicios, una nueva opción comenzó a pisar fuerte y mostró muy buenos resultados a campo.
Se trata de la Crotalaria, una opción estival con una larga lista de beneficios: buena producción de biomasa, gran potencial de fijación biológica de nitrógeno, adaptación a ambientes marginales y eficiente en el uso del agua.
En ensayos realizados por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), tanto en ambientes de Santiago del Estero como en el norte de la Patagonia, el cultivo exhibió su potencial para mantener los suelos vivos durante el verano, cuando no se ocupa con cultivos de renta.
Una de las características de la Crotalaria es su flexibilidad. Su ciclo puede ir de 80 a 90 días para liberar rápido el lote, o de 110 a 130 días para maximizar la acumulación de materia seca.
“Aunque su desarrollo es estival, al igual que los cultivos de gruesa, se puede sumar a la rotación sin resignar beneficios ni rendimiento”, explicaron los técnicos de la entidad.
LA EXPERIENCIA EN SANTIAGO DEL ESTERO
En los ambientes bajos de Bandera (Santiago del Estero) la presencia de sales en superficie y anegamientos se reflejan en caídas de rindes tanto en maíz como soja.
Ian Müller, responsable de la Chacra Bandera, comentó que al pensar en la recuperación de suelos halomórficos, se buscó incorporar especies que generen altos niveles de cobertura.
Con esta finalidad, realizaron franjas exploratorias para estudiar la implantación y el desarrollo de cuatro especies estivales: Grama rhodes, Mijo perla sorgo forrajero y crotalaria.
Este último cultivo subió a lo más alto del podio y se anotó una producción de 3.800 kilos por hectárea de materia seca. Queda por mejorar la supresión de malezas -Popophorum en esa región-, una variable de peso a la hora de incorporar un cultivo de servicios a la rotación.
EN LA PATAGONIA
En la Chacra Vinpa, ubicada en el norte de la Patagonia, los ensayos comenzaron en pequeñas parcelas de observación, para analizar su comportamiento en los valles irrigados de esa región. Alfonso Cerrotta, responsable Técnico de la Chacra, explicó que apuntaron a la competencia con malezas, disminución en el uso de herbicidas y la captura del carbono.
La leguminosa fue sembrada al voleo bajo riego sobre rastrojo de trigo y sobre maíz en distintas densidades, para generar diferentes situaciones de manejo. “En esta campaña, la emergencia fue rápida pero despareja, con un porcentaje de logro superior al 70%“, señaló el técnico.
Más allá de estas primeras experiencias, Cerrotta remarcó que “en la medida que conozcamos su desarrollo fenológico, producción, aprovechamiento forrajero, fecha de siembra óptima y otras prácticas de manejo, puede ser un cultivo interesante para nuestros sistemas”.