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Cargill no necesita demasiada presentación: es una multinacional de origen estadounidense que suele ocupar el podio entre las exportadoras de granos y derivados agrícolas de la Argentina, aunque últimamente los chinos de Cofco le disputan ese lugar.

Aapresid, la asociación de productores en siembra directa, tampoco necesita presentación, aunque es buena recordar que en los últimos años ha incorporado una certificadora, llamada Aapresid Certificaciones (AC), que se ocupa de dar fe que los productores cumplan con una serie de premisas y prácticas que aseguren que el fruto de sus campos sean sustentables. O lo más que se  pueda.

La noticia es que Cargill y Aapresid, a través de esta certificadora, anunciaron que han comenzado a trabajar juntos porque una de las tendencias del mercado, fundamentalmente desde Europa, es exigirles a los proveedores de soja que ese cultivo provenga de tierras que no han sido deforestadas, que no tengan trabajo esclavo, que no abusen de agroquímicos, y otros etcéteras. Es la llamada “soja sustentable”.

En el idioma de las empresas protagonistas de este acuerdo, se trata de promover “la implementación de herramientas que garanticen sistemas de producción y cadenas de valor que generen materias primas de calidad, producidas bajo prácticas sustentables, contemplando de manera integrada el ambiente, los recursos y la sociedad para atender la necesidad de los clientes globales”.

Más allá de las palabras,. la noticia es que la certificadora de Aapresid a comenzado a trabajar con 177 productores argentinos que son proveedores de soja para Cargill y que en conjunto manejan 1,4 millones de hectáreas en las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. No es moco de pavo: es casi 7 u 8% de la superficie total sembrada con soja en el país.

“Cargill se acercó a Aapresid por su vasta experiencia y know how en implementación de protocolos de producción sustentable así como su llegada a productores de todo el país”, indicó la información. El trabajo conjunto comenzó a fines de 2021.

La tarea junto a la certificadora de Aapresid es adicional a un protocolo global específico que tiene Cargill para asegurar la “sustentabilidad” de sus proveedores de granos en todo el mundo. La enorme trader global cuenta con su propio sello ASC (Agricultura Sustentable Certificada) para la certificación de prácticas  sustentables.

“Al ser un protocolo global de Cargill, el impacto en cada país es diferente. La adaptación a la realidad de nuestro país se refleja en las mejoras propuestas para el protocolo. Sin dudas, el estrecho contacto que tenemos con los productores hace que la aceptación sea mayor”, dijo Rocío Belda, coordinadora de Implementación de Aapresid Certificaciones.

El programa de Soluciones de Suministro Sustentable de Cargill, más conocido como la “Triple S”, es una plataforma de gestión agrícola, ambiental y social que permite que el productor gerencie su propiedad y controle su producción de forma práctica, responsable y transparente.  “Triple S” es una iniciativa que la empresa certifica a nivel global y cuyo protocolo tiene grandes similitudes con las propuestas de Aapresid.

“La certificación 3S fue creada por Cargill en el 2010 y en el 2021 empezamos a llevarla adelante en Argentina para dar respaldo a los productores y que conozcan más sobre las prácticas sustentables en sus campos”, comenta Ingrid Carvalho, referente del Equipo de Sustentabilidad de CASC SA para Latinoamérica Sur. El protocolo específico de Cargill abarca aspectos productivos, ambientales y sociales. Aapresid trabajó en una jerarquización de estos requisitos según sean críticos, mayores y menores.

Una vez elegidos los productores para participar del proyecto, se creó un equipo de trabajo para el relevamiento a campo. “Trabajamos muy fuerte en los puntos críticos, y de los resultados del relevamiento surgieron muchas oportunidades de mejora. Año tras año, la idea es volver a visitar los establecimientos, evaluar sus acciones sobre las mejoras que se propusieron, y avanzar con más fuerza sobre requisitos mayores y menores”, detalló Rocío.

Según la información, las dificultades más comunes que encuentran los certificadores en los campos elegidos pasan por la correcta disposición final de envases de agroquímicos. “Asimismo se detectaron nuevas oportunidades entre los productores, por ejemplo en lo que es Huella de Carbono, lo que nos impulsó a desarrollar un programa que estamos por lanzar en esa línea”, precisó Ingrid.