En la próxima década, liderará las exportaciones de maíz, como ya logró con la soja. Todo ocurrió muy rápido con distintos gobiernos, como política de Estado. Construyen valor y abastecen al mundo.
Una imagen de 2006 en Mato Grosso. La combinación de soja y maíz de segunda ha resultado una rotación exitosa en el Cerrado brasileño.
Vale la pena mostrar los resultados de algunos procesos virtuosos, que suceden cuando se sincronizan las “políticas públicas” con la voluntad creadora de la humanidad. No es muy frecuente. Mark Twain decía que temblaba cuando sesionaba el Congreso: alguna libertad, o alguna propiedad, estaban corriendo riesgo.
Pero tenemos un caso reciente y cercano en el que los planetas se alinearon. Sí, te voy a hablar de Brasil. Y, en particular, del nuevo boom del maíz en los Cerrados, el gran protagonista de una epopeya extraordinaria. Lo explican bien André Pessoa y André Debastiani, CEO y Director de Agroconsult, –una consultora muy activa que inició, hace algunos años, un “agro tour” por las zonas de producción para evaluar la marcha de la campaña—en un artículo publicado en Valor, que gentilmente me arrimó el gran colega Guido Nejamkis.
Demoró 14 años (de 2001 a 2015) para que la producción brasileña de granos saltara de 100 a 200 millones de toneladas. Pero pasar de 200 a 300 podría haber llevado la mitad del tiempo, de no ser por los problemas climáticos que limitaron la zafra actual a 270 millones de toneladas. Quedó para el 2023…pero las 300 millones de toneladas están cantadas. Es decir, triplicaron la producción en dos décadas.
Bueno, aquí veníamos con mayor ritmo: entre 1995 y 2008 pasamos de 50 a 100 millones. Ahí perdimos el tren. Pero vuelvo a Brasil.
Buena parte de esta imponente aceleración se debe al maíz de segunda cosecha, antes llamado “safrinha”. Es el que se siembra tras levantar la cosecha de soja, desde mediados de enero. El maíz safrinha dejó de ser secundario, para tornarse en protagonista central de la agricultura brasileña.
En la última campaña, se sembraron 51 millones de hectáreas de primera siembra. El 80% fue soja, y el 20% restante se dividió entre maíz, porotos, arroz,algodón y maní. Casi la mitad de eso (24 millones de hectáreas) se destinó a segunda siembra, dos tercios con maíz y el resto repartido entre poroto, sorgo, girasol y trigo u otros cereales de invierno como triticale, avena y cebada.
Esta gran fase de expansión de la segunda siembra nació de la iniciativa de los productores y se apoyó en la evolución de las ciencias agronómicas. El ministerio de Agricultura tuvo un papel relevante, generando políticas públicas que ampliarían la oferta de crédito y facilitaron el acceso a la tecnología. Se establecieron también programas de auxilio a la comercialización y obras de infraestructura logística, en particular en los Cerrados.
Durante mucho tiempo, el papel principal de la segunda safra era posibilitar a los agricultores el mejor aprovechamiento de recursos como tierra, maquinaria y personal. Pero el problema era la baja productividad. No es más así. El maíz proporciona actualmente a los productores una rentabilidad equivalente a la de la soja. En la próxima campaña, se espera que el maíz de segunda sea más rentable que la soja de primera, en particular en los Cerrados.
Hace algunos años, los productores de algodón de segunda prefieren recoger la soja anticipadamente, aún renunciando a parte del potencial, para no tener que sembrar el algodón fuera del calendario ideal. Algo semejante comienza a suceder con el maíz, que pasa a dictar el cronograma general del planeamiento agrícola. Por motivos semejantes, el peso adquirido por la segunda siembra de maíz implosionó el mercado de máquinas agrícolas. Es fundamental que los productores tengan capacidad operativa para plantar lo más rápidamente posible para aprovechar el potencial de la campaña.
Hoy, compañías señeras como Jacto y Stara, que crecieron fabricando pulverizadoras automotrices, cuentan con sembradoras de alta tecnología y escala. Se desarrolló un imponente mercado de maiceros, cuyos componentes críticos (las cajas) son provistos desde Argentina (Garro Fabril).
El proceso se retroalimenta. La mejora de la rentabilidad del doble cultivo impactó en el precio de los arrendamientos, que se duplicaron, con lo cual los productores tienen necesariamente que acudir al doble cultivo y equiparse para ello.
La biotecnología brindó una herramienta fundamental, con los eventos de tolerancia a insectos que antes eran imposibles de combatir. Están todas las grandes proveedoras de semillas híbridas. Entre ellas Stine, que participa con capital de riesgo en plantas de etanol en la zona de Lucas do Rio Verde. Estuve allí en 1991 y era un caserío recién fundado. Hoy tiene 70 mil habitantes y un racimo de industrias pre y post tranqueras.
Efecto secundario y no menor es que el maíz de segunda permitió establecer a gran escala el paradigma del “siempre verde”, el mayor aporte conceptual de Aapresid después de la siembra directa. Además la segunda siembra solo sería viable con la directa.
La abundancia de maíz permitió sustentar un poderoso proceso de aumento del procesamiento interno. Entre el 2012 y el 2022, pasaron de 51 a 75 millones de toneladas de consumo por parte de las industrias de proteínas animales (aves, porcinos, tambo y feedlot) como al emergente sector del etanol de maíz Stine.
Un salto semejante ocurrió con las exportaciones, que pasaron de 23 a 40 millones de toneladas en el mismo período. Y eso se va a expandir, a partir del recientemente concluido acuerdo fitosanitario con China, un mercado hasta ahora vedado.
El área agrícola regada creció 22% entre 2017 y 2019, llegando a 8,2 millones de hectáreas. Pero según datos de la Agencia Nacional de Aguas, va a expandirse a 13,7 millones en algunos años.
El mercado internacional de maíz se duplicó en las últimas diez campañas y deberá superar las 200 millones de toneladas en 2023, superando al trigo como el producto más negociado en el mundo. En la próxima década, Brasil será el líder mundial de exportaciones de maíz, como ya aconteció con la soja. Todo acompañado, por supuesto, con obras de infraestructura como ahora los puertos de Arco Norte, hacia donde se orienta la red ferroviaria y el tráfico por barcazas.
Esto ocurrió muy rápido y con distintos gobiernos. Hubo una política de Estado. El ritmo lo dictaron los privados. La política acompañó. Así están construyendo valor, mientras abastecen al mundo con lo que hace falta.