Una insólita decisión de política económica argentina provocó un doble efecto en el mercado internacional de commodities agrícola al promover un “hot sale” de soja junto con una restricción de la oferta de maíz.
La devaluación sectorial por tiempo limitado aplicada a la soja –que, según el gobierno argentino, expiraría el próximo 30 de septiembre– provocó un aluvión de ventas de poroto de soja y eso contribuyó a “planchar” los precios internacionales de la oleaginosa.
El fenómeno inverso se observó en el caso del maíz, donde los precios FOB del cereal argentino (Rosario) incluso llevaron a superar a los valores de exportación de origen brasileño (Paranaguá).
Eso se explica porque, con la mejora notable del precio interno de la soja ocasionada por la devaluación por tiempo limitado, las ventas de maíz se ralentizaron y es probable que sigan así por al menos varias semanas más.
Es decir: la distorsión generada por la Argentina abarató la soja, en beneficio de las naciones que son importadoras del producto, pero contribuyó a incrementar los valores del maíz.
Ahora bien, ¿cómo se trasladó esa dinámica de precios internacionales (FOB) en los valores internos (FAS) de ambos granos? En el caso de la soja, los precios en el mercado argentino claramente se desinflaron en el mercado disponible.
Lo contrario, en cambio, ocurrió en el caso del maíz, dado que los valores del cereal en el mercado disponible argentino repuntaron de manera notable gracias a la retracción de oferta generada por el “dólar soja”.