La campaña argentina de trigo es en realidad dos campañas. La primera, localizada en el norte argentino y el norte de la región pampeana, donde el cultivo está atravesando restricciones hídricas. Y la segunda, en el sur de la región pampeana, donde el cereal está en condiciones buenas a excelentes.
En la última semana las lluvias registradas en la zona sur de la región pampeana permitieron en gran medida llevar adelante las labores de fertilización.
Sin embargo, según indicó hoy jueves un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, los lotes de trigo más avanzados del centro y norte argentino “manifiestan síntomas de estrés por la fluctuación térmica y la falta de humedad y, en los casos más comprometidos, ya se estiman pérdidas de potencial de rendimiento”.
En el norte argentino la falta de humedad continúa impactando sobre la condición del cereal. Más del 53% del área se encuentra bajo una condición hídrica regular a seca con lotes que manifiestan un menor crecimiento, amarillamiento de hojas y presencia de plagas como arañuela y pulgón.
Sobre el centro del área agrícola, con el 59% del cultivo en fase de macollaje en adelante, algunos sectores recibieron lluvias, pero –según indica el informe de la Bolsa de Cereales– el “aumento de las temperaturas acelera el desarrollo e incrementa la demanda de humedad, por lo que deberán recibir nuevas lluvias para no iniciar etapas críticas bajo estrés hídrico”.
Vale recordar que en el norte y centro del país –afectados por restricciones hídricas– se concentra la producción de trigo cámara con destino a exportación, mientras que en el sur de la zona pampeana se especializa en sembrar trigos destinados a panificación, los cuales se suelen comercializar en el transcurso del año.
Esa particularidad hace que la campaña comercial de trigo 2022/23 presente bastante desafíos, especialmente porque los productores vendieron a la fecha 5,18 millones de toneladas, de las cuales apenas 2,88 millones tiene precio hecho (las restantes están abiertas con “precio a fijar”).
La contrapartida de ese fenómeno es que los exportadores ya registraron –lo que implica que ya comprometieron embarques– de trigo 2022/23 por 8,84 millones de toneladas, los cuales 5,61 deben embarcarse entre los meses de diciembre y enero de 2023.