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A pesar del “cepo cambiario” instrumentado por el gobierno nacional, el déficit comercial argentino se viene incrementando de manera acelerada debido a un crecimiento sustancial de las importaciones.

En julio pasado, según datos oficiales (Indec), el déficit comercial argentino fue de 437 millones de dólares –unos 200 millones más que en junio–, lo que representa una señal de alarma para la economía, dado que se trata de una la única fuente genuina de divisas del país en un momento en el cual el Banco Central (BCRA) está “quebrado” con reservas internacionales netas negativas.

El crecimiento de las importaciones sustenta en el hecho de que, con la brecha cambiaria, es un negocio gigantesco conseguir dólares al tipo de cambio oficial (hoy en 143 $/u$s) para concretar importaciones de bienes, piezas, maquinaria, equipos y cualquier otra cosa.

Aquellos que no tienen la suerte de conseguir dólares al tipo de cambio oficial, tiene que recurrir al dólar Contado con Liquidación (CCL) para concretar importaciones, el cual se encuentra en 300 $/u$s, es decir, más del doble que el oficial.

Semejante brecha garantiza un negocio estupendo para los suertudos –bendecidos por la burocracia estatal– que consiguen divisas al tipo de cambio oficial para hacer una diferencia bestial, perdón, para garantizar el abastecimiento de bienes básicos en el mercado local.

La contrapartida del “cepo cambiario”, sumado a los derechos de exportación, cupos de exportación, una elevada presión impositiva, retrasos en la devolución de reintegros de IVA y un largo etcétera, es un castigo enorme para los exportadores, que son, precisamente, los “fabricantes” de divisas.

El veredicto es contundente: con el actual esquema cambiario, el problema, lejos de solucionarse, se irá agravando con el paso del tiempo. La “solución” que encontró el gobierno para intentar morigerar el problema es cerrar la “canilla” de divisas de manera intermitente, regularmente y durante varios días, a costa de perjudicar a muchos sectores económicos que necesitan insumos importados, algunos de los cuales ya desactivaron operaciones en el país ante el hartazgo de tener que trabajar en condiciones tan precarias.

La ironía es que en julio pasado se destinaron 753 millones de dólares para importar gasoil, un combustible que puede ser perfectamente reemplazado por biodiésel fabricado en el país con insumos 100% argentinos.

Los principales generados de divisas el mes pasado fueron el maíz con exportaciones por 1321 millones de dólares, harina y pellets de soja con 1143 millones y aceite de soja en bruto con 469 millones

En los primeros siete meses de 2022 el saldo comercial argentino fue de apenas 2540 millones de dólares versus 8310 y 9793 millones en el mismo período de 2021 y 2020 respectivamente.