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El Boletín Oficial de este lunes 14 no incluyó ningún decreto presidencial ni resolución del Ministerio de Economía alterando el actual esquema de retenciones vigente para el complejo sojero, que establece que los embarques del poroto tributarán el tope de 33% y los de harinas y aceites, sus principales derivados, dos puntos menos, es decir el 31%. Como el Ministerio de Agricultura cerró este domingo la posibilidad de nuevos negocios, se especuló todo el día con una suba que elimine esa diferencia. Pero no sucedió nada por ahora y habrá que esperar al menos 24 horas con una alta dosis de suspenso.

La eliminación del “diferencial de retenciones” que premiaba de algún modo los subproductos de la molienda de soja  en detrimento del poroto o grano sin procesar fue bastante sorpresiva para todo el sector agropecuario, que esperaba un nuevo manotazo del gobierno sobre las exportaciones de trigo y maíz. Esto tampoco se dio. Se supone que el gobierno recurrirá a las exportaciones de soja como caja recaudadora porque en el caso de los cereales ya se anotaron prácticamente todos los negocios de exportación posibles con la alícuota actual del 12%.

Elevando las retenciones del harina y el aceite de soja en dos puntos el gobierno obtendría una recaudación adicional de unos 400 millones de dólares, según estiman los especialistas. Todo dependerá, claro, de la producción de la oleaginosa (que recién comienza a ser cosechada) y los valores en el mercado internacional, que han subido por encima de los 600 dólares por tonelada por el impacto de la sequía en el hemisferio sur y el impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania.

La decisión de subir las retenciones, según contaron referentes de la industria sojera que hablaron con funcionarios de Economía, se originó en la necesidad de pagar la “factura de gas”, que sería más abultada este año por el impacto de ese mismo conflicto bélico. Como no podía recaudar más del trigo o el maíz, y tampoco podía elevar la retenciones a la soja por arriba del 33% dispuesto como límite por el gobierno, el ministro de Economía Martín Guzmán habría apelado al último recurso que le quedaba, que era eliminar ese diferencial a favor de la industria aceitera.

Pero la decisión, de concretarse en las próximas 24 horas, abrirá múltiples frentes de conflicto. Por un lado, al interior del gobierno, ya que el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, y todo su equipo se pasaron la semana pasada en la Expoagro jurando y perjurando que no se tocarían las retenciones. Domínguez se habría enterado de la decisión de Economía recién el viernes. Pero solícito y obediente, este domingo ordenó a su gente que suspendieran el registro de DJVE para los subproductos del complejo sojero, como antesala supuesta de la suba de retenciones.

Otro frente de conflicto es con la agroexportación, que ha levantado siempre una férrea defensa de ese diferencial de retenciones entre el poroto y los subproductos como una política activa para forzar la industrialización de la soja dentro del país, en los complejos industriales ubicados a la vera del Río Paraná. Las grandes cerealeras y aceiteras ya han avisado que consideran ilegal la suba de retenciones. Y adelantaron que dejaran de aportar dinero a los fideicomisos ideados por la Secretaría de Comercio Interior para subsidiar ciertos alimentos en el mercado interno (como la botella de aceite, los paquetes de harina y los fideos secos), pues la condición era que no se iban a modificar los impuestos de exportación.

El diferencial de retenciones en la cadena sojera existe incluso desde antes de 2002, cuando se reimplantaron los derechos de exportación luego de la gran devaluación que sucedió a la crisis de 2001. En el menemismo el tributo que pagaban las exportaciones de soja sin procesar fue del 2,5%, luego con el kirchnerismo subió a 3 puntos. El gobierno de Mauricio Macri eliminó ese diferencial en 2018. Y Alberto Fernández, que lo reimplantó en octubre de 2020 con 2% de diferencia, volvió ahora a eliminarlo.

Los productores, por supuesto, ya anunciaron un fuerte rechazo a la medida, que se produce justo cuando se cumplen 14 años del conflicto por la Resolución 125. Como lo que suben son las retenciones al aceite y la harina, no es que los productores sufrirán un descuento adicional porque ya cobran su soja con el tope máximo de 33%. Pero los expertos afirman que la eliminación del diferencial implicaría una merma de la capacidad de pago de las exportadoras, que finalmente repercutirá en los números del productor.

Como sea finalmente, este lunes no hubo ni resolución ni decreto, por lo que la suba sigue en suspenso. Ningún vocero oficial confirmó ni desmintió nada. Un clásico del kirchnerismo, que se siente fuerte cuando calla.

Habrá que soportar 24 horas más de suspenso. Un suspenso débil y poco conmovedor, semejante al de las películas donde uno ya puede anticipar de antemano el final, porque es bastante previsible.