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Nicolás Milatich es productor agrícola en Arequito, Santa Fe, y cuenta cómo se inició con la producción de la oleaginosa.

Un productor hace 50 años siembra soja e impulsó un cambio radical en el manejo

Nicolás Milatich, en un lote de soja en Arequito, Santa Fe.

Si hay alguien que conoce la producción de soja es Nicolás Milatich quien desde 1973 siembra la oleaginosa en sus campos de la localidad santafesina de Arequito. Además, fue uno de los pioneros de la Siembra directa en Argentina y socio fundador de la organización Aapresid.

Hasta la década del 70, el campo de la familia era manejado por los padres de Nicolás, y era mixto -hacían agricultura y ganadería–. Posteriormente, Nicolás, junto a sus dos hermanos, se hicieron cargo del establecimiento y en sus 189 hectáreas que trabajan producen agricultura con la rotación clásica: trigo, soja de segunda, maíz y soja de primera.

Nicolás es un referente y su palabra es más que autorizada para hablar del manejo de soja. Precisamente, fue en 1973 que comenzó a sembrar el poroto en un lote de 50 hectáreas. “En el momento que apareció la soja, era más rentable que tener ganadería por lo que decidimos romper los potreros”, contó Nicolás sobre los primeros momentos con la oleaginosa.Primera siembra en directa de soja sobre rastrojo de trigo en 1981.

Primera siembra en directa de soja sobre rastrojo de trigo en 1981.

“Se empezó a hacer porque había posibilidades de exportarla, tenía muy buen precio. Y había consumo interno para el alimento balanceado”, explicó.

En 1970 se empezó hacer producción comercial que abarcaba 7 provincias con 35.000 hectáreas. En 1990 había 15 provincias con 5 millones de hectáreas. “Fue exponencial el crecimiento”, informó.

De todas maneras, según contó, era un cultivo prácticamente desconocido en la fase comercial para el productor en ese momento.

También era desconocido el manejo del cultivo. Nicolás manifestó que en el uso de variedades se basaron en ciclo largo. Pero pese a tener nula experiencia, los rindes de ese momento eran buenos, cercanos a los 3.000 kilos.Soja sobre trigo.

Soja sobre trigo.

A la vez, contó que se trabajaba con labranza convencional en los años 70 y en la década del 80 se hacía labranza vertical (como dijo Nicolás, son elementos que se trabajaban en el siglo pasado). Recordó que se sembraba a 70 cm, luego pasó a 52,5 cm. Posteriormente, cuando comenzó a hacer siembra directa, en 1981, achicó aún más la distancia entre hileras.

También sostuvo que había herbicidas pero no eran tan específicos y había muchas malezas que ahora no hay.Nicolás en un lote de trigo.

Nicolás en un lote de trigo.

Más tarde, en 1978, incorporó a su manejo la soja de segunda sobre rastrojo de trigo. Cosechaba el cereal y luego debía labrar (mover) la tierra. Esto, remarcó, hacía perder tiempo, humedad y había mucho consumo de combustible para preparar el suelo. Y esto hacía bajar los rendimientos.

Así que ante estos inconvenientes, en 1981 comenzó con las primeras experiencias con la siembra directa -sembrado a 70 cm- con una sembradora que le había prestado Jorge Vodanovich.

Alternadamente, fue haciendo siembra directa sobre rastrojo de trigo. Y en la campaña 1987-88 ya se largó a sembrar on la innovadora tecnología toda la superficie. Sin embargo, señaló que no fue fácil porque no había sembradoras en siembra directa, solamente había accesorios.Lote de maíz.

Lote de maíz.

En ese ciclo, recordó, sembró a 70 cm y fue la última vez que lo hizo a esa distancia porque en un contexto de sequía que azotó la región pampeana, cosechó solamente 600 kilos de soja y se había llenado de malezas. 

Al ver ese enmalezamiento, decidió achicar las líneas. Adaptó directamente una sembradora a 70 cm: le intercaló un cuerpo para que quede a 35cm . “La distancia entre hileras era muy grande. Directamente, me fui a 35 cm. Eran 9 surcos sembrando grano por grano”, dijo haciendo alusión que fue una de las primeras sembradoras que implantaba grano a grano. Y le puso un nombre particular: «No va andar», bautizó a la sembradora en referencia a que muchos colegas le manifestaban que no iba a funcionar su proyecto.

“La salvación de todo esto (enmalezamiento) fue en la década del 90 cuando surgió la soja RR”, destacó. “Pero en los últimos años -advirtió- la resistencia se está complicando y se están volviendo a usar herbicidas que se usaban en otra época”.

Actualmente, el rinde promedio de la soja en sus lotes rondan en 5.000 kilos en soja de primera y 3.000 kilos en soja de segunda. Y atribuye este salto productivo al avance tecnológico que ha habido en el cultivo. “La genética contribuyó a aumentar rindes, acompañado por supuesto de la siembra directa que permitió mayor infiltración de agua, mayor concentración de la humedad y mejor estructura del suelo”, afirmó.

Además, recordó la incorporación de variedades de grupo 4 en la década del 90 que difundió por aquellos tiempos el ingeniero Rogelio Fogante (uno de los impulsores de la Siembra Directa y reconocido productor).

Por último, Nicolás reflexionó sobre el retroceso que se está viendo en el uso de siembra directa por la expansión de las malezas resistentes. “Es un tema de concientización, está demostrado científicamente y técnicamente que se deteriora el suelo y a mediano y largo plazo va a tener menor rendimiento y mayor incremento de malezas porque se despiertan las semillas que antes no germinaban por la profundidad”, analizó.

En este sentido, remarcó que si hay algún problema con la siembra directa, hay que resolverlo dentro del sistema. “Hay experiencia de puentes verdes con cultivos de servicios que contribuyen al mejor control de malezas e incorporar nutrientes”, cerró.