Seleccionar página

Miércoles de revelaciones. El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, dijo hoy, al anunciar la implementación del nuevo “acuerdo cárnico”, que se trata de un programa que “no resuelve la inflación, pero sí contribuye a generar una oferta más barata” de alimentos.

Kulfas, durante una conferencia de prensa, aclaró que “está preocupado por la situación de los precios” y afirmó que la “suba internacional de commodities genera presión” inflacionaria.

La suba del valor internacional de las materias primas agrícolas, como por ejemplo el maíz, contribuyen a incrementar los costos de producción de todas las industrias que emplean ese insumo, como puede ser el caso de las porcinas y avícolas.

Pero en Uruguay y Brasil la inflación minorista anual es del 6,7%. Y en Paraguay del 2,5%. Allá, según nuestras averiguaciones, los cerdos y los pollos comen el mismo maíz que en la Argentina, aunque bastante más caro, porque en los países vecinos no existen los derechos de exportación.

Mientras estaba hablando Kulfas, la Fundación FADA publicó un informe sobre la composición de los precios de la carne, el pan y la leche, algo que, en una nación como la Argentina, donde hubo una catástrofe educativa (una “tragedia educativa” diría Guillermo Jaim Etcheverry), representa un verdadero peligro, porque es muy elevada la proporción de gente que piensa que los precios se construyen en base a la sumatoria de costos y no en función de la relación entre la oferta y la demanda.

Por suerte el informe de FADA vino acompañado de un comunicado con declaraciones de David Miazzo, economista jefe de esa institución, quien explicó que “en momentos donde la inflación se acelera se tiende a discutir los precios, la cadena y los costos de los distintos productos, pero en realidad el problema no es de un precio en particular”.

“Hoy es el problema del precio de la carne, mañana el combustible y pasado los alquileres. El problema de fondo es el valor de la moneda, cada vez se necesitan más pesos para comprar el mismo kilo de carne, de tomates, el litro de nafta o una remera. No es un tema de precios, tenemos un problema macroeconómico. Un profundo déficit fiscal que se financia emitiendo pesos que, sumado a falta de confianza, se traducen en pesos que cada vez valen menos: eso es la inflación”, definió Miazzo.

Muy clarito. El problema es que Kulfas, que también es economista como Miazzo, quizás no lo tiene tan claro. Y cree que el problema de la inflación está en las materias primas que “suben” de precio.

El informe de FADA sí es útil para observar el elevado nivel de carga tributaria que tienen los alimentos básicos en la Argentina, algo insólito si la meta es justamente que sean lo mas accesibles posibles para la población local. Aproximadamente dos tercios de los impuestos que pagan los argentinos al comprar alimentos van a parar al Estado nacional, mientras que el resto se destina a provincias y municipios.