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Los evidentes problemas ambientales generados en los últimos años por la agricultura extensiva, especialmente debido a la falta de rotación entre cultivos, provocó que muchos productores y técnicos viraran su mirada hacia la denominada “agroecología”. Uno de los mayores indicadores de ese interés fue que la primera edición del curso virtual sobre agroecología organizado en el país por el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y SupAgro de Francia (Instituto Nacional de Educación Superior en Ciencias Agronómicas de Montpellier) se inscribieron unas 30 mil personas interesadas.

Roberto Cittadini, un veterano profesional del INTA capacitado en Francia, es uno de los responsables de esa criatura. Cuando le preguntamos el por qué de semejante convocatoria, nos respondió que la agroecología “es la ciencia interdisciplinaria, porque es la combinación de la ecología, de la agronomía y de las ciencias sociales”. Por lo tanto, atrae públicos de todos lados.

Cittadini, que es sociólogo rural graduado en la Universidad de Mar del Plata, hizo un doctorado de Desarrollo Rural en Francia y desde allí regresó con la idea de este curso de formación, que lo convirtió en un fuerte promotor de la agroecología en Argentina. “Tengo toda una trayectoria de trabajo en el Inta ligada a las dinámicas de innovación socio técnica, abocado a tratar de comprender los modelos productivos de los ´80, trabajando en enfoque de sistema y fundamentalmente prestando atención a los procesos de transición, los procesos de cambios socio técnicos”, explicó a Bichos de Campo.

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Cittadini relató que tuvo responsabilidad en los programas de desarrollo de Pro Huerta, donde se trabaja en esencia, con enfoque agroecológico. Luego migró un tiempo a Europa. “Puntualmente me tocó participar de una experiencia muy interesante que hizo el INTA en 2013, que empezó en el laboratorio que tiene el organismo argentino en Montpellier, Francia, donde cuatro investigadores concursamos para ejercer cargos en este instituto y generar investigaciones compartidas con equipos de Francia. Justo en ese momento, en ese país se estaba implementando la transición hacia la agroecología como política pública”, describió.

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“En Francia, ellos llegaron a la conclusión de que el sistema productivo intensivo, que fue el gran éxito de la Revolución Verde y de la modernización luego de la segunda Guerra Mundial, tenía externalidades negativas, tales como las que vemos acá, o incluso peores en lo que hace a contaminación de ríos y afluentes”, agregó.

Acerca del modelo agropecuario predominante en la Argentina y sus “externalidades”, el investigador mencionó que “en el ambiente del INTA siempre hubo gente como yo que tuvimos un espíritu crítico desde hace mucho tiempo. Ya en los años ´90, viendo los procesos de exclusión de la agricultura familiar y de concentración de la tierra, teníamos esa preocupación. Yo siempre fui promotor y busqué el desarrollo de la agricultura familiar, y veía que estos modelos tendían a excluirla. Entonces, en ese momento, la preocupación inicial no era por el ambiente sino por la cuestión social”, relató.

Según Cittadini, “ellos- los franceses- tienen problemas hasta en el mar. Las playas de Bretaña están llenas de algas, producto de los nitratos que surgen de la producción intensiva de cerdos y de la ganadería. Hay una crisis ambiental importante y un cuestionamiento muy fuerte de parte de la sociedad, que empuja la necesidad de un cambio”.

Además, el técnico comentó que “ellos viven las influencias de las dinámicas que se dan a nivel global, por ejemplo de parte de la convención internacional de Cambio Climático, que está preocupada, como todos, por el impacto de este fenómeno. En este punto, la agricultura contribuye en un 30% a la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Hay una conciencia en el ambiente científico y en la sociedad que es necesario cambiar”.

Sin embargo, Cittadini aclaró que “el modelo agropecuario intensivo es muy sólido, y las cámaras de productores y agricultores son defensoras del modelo tradicional. Pasa lo mismo que acá, y es que la agroecología se ve como una cuestión ambientalista, y como que vienen a cuestionar a quienes fueron los líderes del gran salto productivo que dio Francia. Hay dificultades de entendimiento”.

La diferencia, dijo Cittadini, es que “el gobierno francés impulsó la agroecología de modo abierto, lo que no garantiza que hubo éxito, sino que están en proceso aún. Es una agricultura convulsionada. Pero en los laboratorios y universidades, las agroecología ya es un eje central de las investigaciones agronómicas. Hay un nivel de conciencia de que hay que reformular el modelo, e integrar el sistema de la producción a la dinámica ecológica, ser mucho más respetuosos con la naturaleza. La idea es que hay que buscar un modelo que sea más amigable con el medio ambiente”.