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Se dice que es más caro que los combustibles fósiles, que daña los motores y que aumenta los costos fiscales y de los alimentos. Y no se toman en cuenta los ahorros en salud pública y el cuidado ambiental.

Los mitos que rodean al mayor uso de biodiesel

Las refinerías nacionales tienen capacidad para abastecer hasta aproximadamente el 70% del total de consumo de gasoil del país (incluyendo todos los segmentos). Hoy, sustituir biodiesel por gasoil importado no provoca ningún tipo de aumento de costos para las refinadoras.

Luego del reclamo de transportistas, contratistas rurales y otros representantes de distintas ramas de la actividad económica del interior del país ante la falta de gasoil, el gobierno nacional decidió intervenir con una serie de medidas que imponen un aumento en el uso de biodiesel y la creación de incentivos fiscales a la importación de diésel fósil.

El aumento del porcentaje de biodiesel en la mezcla con gasoil tuvo una gran repercusión en los medios con sentencias poco ciertas referidas a cuestiones como que el biodiesel es más caro, causa daños en los motores, implica un costo fiscalaumenta el precio de los alimentos y muchas otras afirmaciones que no son más que mitos.

Inmediatamente después de los anuncios, el gobierno nacional autorizó un nuevo aumento de precios de hasta 12% para el gasoil. Como era de esperarse, la mayor mezcla de biodiesel fue señalada como responsable de este aumento.

Por esto, vale la pena repasar algunas afirmaciones recogidas por la prensa en estos días que poco tienen de cierto. Veamos.

Las nuevas medidas que introdujo el gobierno nacional

A través de la Resolución 438/2022 de la Secretaría de Energía, el corte de biodiesel en el gasoil se eleva del 5% al 7,5%, recuperando parte de lo perdido el año pasado, cuando el Congreso Nacional convirtió en ley un nuevo marco regulatorio para los biocombustibles, impulsado por el Frente de Todos, que redujo del 10% al 5% la mezcla.

La medida fue ampliada a través del Decreto de Necesidad de Urgencia (DNU) 330/2022, que permite a cualquier empresa habilitada por la Secretaría de Energía de la Nación para producir biodiesel a poder vender ese biocombustible a las refinadoras hasta un 5% adicional por 60 días. El precio de este segmento de operaciones se pactará libremente entre los dos actores, con un máximo que no podrá superar el mínimo valor entre el precio de paridad de importación del gasoil o el precio que establezca la Secretaría de Energía de la Nación para el biodiesel del segmento regulado.

La medida se complementó con el Decreto 329/2022, el que otorga un incentivo bajo ciertas condiciones para el gasoil importado, equivale al monto que debería tributar por los impuestos a los combustibles líquidos y el impuesto al dióxido de carbono, que tributa el combustible producido elaborado dentro del país.

Falso 1: los motores no toleran mezclas de 12,5% de biodiesel en gasoil

El uso de aceites vegetales en motores diésel se remonta hasta la puesta en marcha del primer prototipo presentado por el ingeniero alemán Rudolf Christian Karl Diesel, quien luego de un intento fallido utilizando amoníaco como combustible que casi le cuesta la vida, logró poner en marcha el 10 de agosto de 1893 el primer motor diésel utilizando aceite de palma como combustible. En 1897 el motor diésel comenzó a comercializarse tolerando una amplia gama de combustibles que iban desde diferentes aceites vegetales hasta destilados livianos de petróleo.

Con el tiempo los motores evolucionaron para variar su velocidad en tiempos muy cortos. Esto necesitó de combustibles más sofisticados que puedan pulverizarse en microgotas en un tiempo muy breve. Por su elevada viscosidad, casi 10 veces más alta que el combustible diésel, los aceites vegetales dejaron de ser un combustible apropiado para estos nuevos motores. Haciendo reaccionar el aceite con alcoholes livianos, un proceso conocido como transesterificación, se logra un combustible con las mismas prestaciones que los aceites vegetales, pero con viscosidades en el mismo rango que el gasoil.

En la misma medida, el gasoil ha tenido que ir evolucionando. Los fabricantes y las normas ambientales fueron exigiendo cada vez un menor contenido de azufre. Así, las normas europeas exigen que el combustible diésel no pueda superar las 10 ppm de contenido de azufre. En Argentina, las especificaciones para el gasoil grado 2 admiten un contenido de azufre de 1.500 ppm en algunas regiones del país y 500 ppm en zonas más densamente pobladas, poniendo en juego la vida útil del motor y del medio ambiente. Una actualización de esta norma que debió implementarse hace más de 10 años todavía sigue en stand by.

A lo largo de los años que lleva el motor diésel en el mercado, hubo innumerables pruebas con distintas mezclas de biodiesel, incluyendo su uso puro. Muchos fabricantes de motores tienen homologado el uso de altas mezclas de biodiesel y muchos países han establecido mandatos mayores al 12,5%, umbral que plantea la nueva normativa.

De hecho, en Santa Fe se probaron flotas de ómnibus durante varios años con B25 (25% biodiesel) y B100 (Biodiesel puro). Lo propio hicieron las Líneas 132 y 91 en CABA con B100. También hubo varias iniciativas privadas, como de CLIBA y Quilmes. Indonesia y Malasia tienen mandatos de B20 y B30 y Brasil, que importa vehículos diésel de Argentina, tiene un mandato de B14. Incluso, todos los motores producidos por Scania que se comercializan en el país están homologados para usar 100% biodiesel.

Falso 2: el biodiesel no funciona en climas fríos

Así como hay diferentes tipos de gasoil para las distintas estaciones del año en cada región, lo mismo ocurre con el biodiesel, con la salvedad de que sus propiedades son más uniformes: tolera rangos más amplios de variabilidad climática. Sobre todo, cuando se usa en mezclas por debajo del 20%.

En Europa, varios fabricantes han homologado sus motores para funcionar con B20 o B30 o hasta B100 en cualquier época del año, incluyendo invierno en los países del norte, donde la temperatura puede llegar a superar varios grados bajo cero. Durante las temporadas con climas extremos se utiliza más biodiesel de colza, mientras que en verano se utiliza más el derivado de aceite de palma, que es más barato. El biodiesel obtenido de aceite de soja es el más versátil y el más utilizado en nuestra región.

Si la demanda lo requiere, los productores de biodiesel podrían incorporar procesos sencillos muy conocidos por la industria aceitera para el acondicionamiento de aceite previo a su conversión en biodiesel, como el winterizado, que permite que el biodiesel pueda tolerar climas muy extremos. También existen tecnologías enzimáticas en el proceso de elaboración de biodiesel que logran el mismo efecto. Incluso, hasta se han desarrollado aditivos comerciales similares a los que se venden para bajar el punto de congelamiento del gasoil.

Falso 3: el biodiesel encarece el gasoil

Las refinerías nacionales tienen capacidad para abastecer hasta aproximadamente el 70% del total de consumo de gasoil del país (incluyendo todos los segmentos). El biodiesel sustituye al gasoil importado, cuyo costo determinado por su paridad de importación, al día de la publicación de las nuevas medidas, es más caro que el precio fijado por la Secretaría de Energía para el biodiesel. A esa fecha, sustituir biodiesel por gasoil importado no provoca ningún tipo de aumento de costos para las refinadoras.

Falso 4: el biodiesel representa un costo fiscal para el Estado argentino

Por su origen renovable y menos contaminante, el biodiesel está desgravado de los impuestos específicos a los combustibles líquidos y al impuesto al dióxido de carbono que le caben al gasoil por provenir de recursos finitos y contribuir significativamente al cambio climático y otros daños ambientales.

Considerar que sustituir gasoil con biodiesel representa un costo fiscal es erróneo. Ambos son productos completamente diferentes, aunque tengan el mismo destino. De hecho, sería equivalente a considerar que los automóviles más eficientes representan un costo fiscal por demandar menos gasoil.

También debe considerarse en las cuentas fiscales el ahorro en salud pública que traen asociados los biocombustibles. Ese es un dato muy relevante y sobre el que no hay estudios en el país. En EE.UU, se llevó a cabo el primer estudio sobre este tema arrojando resultados muy impactantes. El trabajo fue realizado por Trinity Consultants, una empresa que cuenta con más de 40 años de experiencia en la realización de modelos de dispersión del aire y evaluaciones de riesgos para la salud relacionados, entre sus muchas áreas de especialización.

Los investigadores encontraron que sustituir el diésel fósil por biodiesel en las comunidades de los alrededores del Puerto de Los Ángeles/Long Beach evitaría alrededor de U$S1.690 millones en costos de atención médica y pérdida de días laborables por año. Pero sobre todo habría una reducción del 86% en el riesgo de contraer cáncer y se evitarían 17.000 urgencias pulmonares.

Falso 5: el biodiesel aumenta el precio de los alimentos

Argentina es el principal exportador de aceite y harina de soja. De una tonelada de soja se obtienen aproximadamente 740 kg de harina, 190 kg de aceite, y otros subproductos menores. La harina de soja es un componente clave en la producción de proteínas animales y, cada vez más, lo es en el creciente mercado de alimentos proteicos vegetales.

Argentina es responsable de la mitad de las exportaciones globales de aceite de soja y los envíos se encuentran concentrados en cinco países. Aumentar la producción de biodiesel le da sustentabilidad a la cadena de valor de la soja, responsable del mayor ingreso de divisas del país.

Gracias a la consolidación de la producción de biodiesel, se instalaron cuatro plantas de refinación de glicerina, un coproducto de esta industria. Hoy Argentina es el principal exportador global de glicerina refinada. Además, distintos organismos del Estado como el CONICET y universidades del interior están investigando en asociación con privados como continuar agregando eslabones a la cadena a partir de la glicerina. En este sentido, se encuentra próxima a inaugurarse la primera planta para convertir la glicerina propilenglicol, un compuesto muy demandado por la industria química y que el país importa en su totalidad. Hay mucho recorrido y muchas oportunidades para seguir explorando moléculas de interés para la química verde, un sector que viene con mucho empuje en todo el planeta y donde Argentina tiene enorme potencial.

Falso 6: el futuro es la electromovilidad y no los biocombustibles 

Hay consenso en el mundo y en la mayoría de los fabricantes de automotores en que para que la movilidad sea sustentable, cada región deberá aprovechar sus recursos e infraestructura. No es lo mismo electrificar el transporte por carreteras de la Unión Europea, donde en 5.000 kilómetros habitan 500 millones de personas con alto poder adquisitivo, que en Argentina, donde en la misma distancia hay 50 millones y con menor relación de automóviles cada 1.000 habitantes.

La mayor parte de las críticas al uso de biocombustible proviene de algunos activistas de la Unión Europea, no siendo esta comunidad competitiva en la producción de biocombustibles como lo son Argentina, Brasil o EE.UU. De hecho, en estos dos últimos países nunca ha crecido tanto la producción de biocombustibles como lo está haciendo en estos momentos.

La movilidad eléctrica que impulsa la Unión Europea tiene más que ver con cuestiones ideológicas y proteccionistas que ambientales. En la última década, el 95% de la reducción de emisiones en el transporte europeo se debió al uso de biocombustibles, que en gran parte han sido importados.

La afirmación se desprende de los dichos de Marie Donnelly, el 12 de octubre de 2016, cuando la entonces Directora General de Energías Renovables, Investigación y Eficiencia Energética de la Comisión Europea dijo al intentar explicar en el Parlamento los motivos que habían llevado a la Comisión a limitar al 7% la participación de biocombustibles convencionales en el transporte. “No podemos ser simplemente guiados por modelos económicos y teorías científicas […] tenemos que ser muy sensibles a la realidad de las preocupaciones de los ciudadanos, a veces incluso si estas preocupaciones son más emotivas que basadas en hechos o teorías científicas”, subrayó. Y agregó que la principal preocupación con respecto a los biocombustibles convencionales es una reacción puramente emotiva a la discusión ‘alimentos versus combustible’, que como vimos, para el caso de biodiesel, son dos industrias totalmente complementarias. 

Además, hay sectores como el transporte off-road que será prácticamente imposible electrificar. Lo mismo ocurre con la aviación, donde los biocombustibles son prácticamente la única opción.