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Gervasio Piñeiro es docente de ecología en la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) e investigador del Conicet dentro del Instituto de investigaciones fisiológicas y ecológicas vinculadas a la agricultura (IFEVA). Allí, desde hace años vienen analizando, las consecuencias del sistema de producción agrícola tradicional sobre el suelo, la sanidad y el ambiente.

“Desde este instituto venimos prendiendo luces de alerta desde aquel momento que se masificó el paquete siembra directa, soja RR y glifosato”, contó Gervasio a Bichos de Campo.

Para Piñeiro la agricultura argentina está bastante “empastillada”, en referencia a la alta dependencia de las soluciones químicas, sobre todo herbicidas y fertilizantes. Para el investigador, ciertas prácticas de manejo arraigadas como el barbecho químico, van contra natura, con consecuencias muy nocivas para el ecosistema.

Según el investigador, que ha trabajado junto a AAPRESID en la revisión de muchos de los postulados de la siembra directa, la idea de dejar “descansar” el suelo está totalmente errada desde el punto de vista ecológico. Asegura que en cambio el suelo tiene vida y necesita cobertura y raíces vivas la mayor parte del año, y que esto luego se traducirá en múltiples beneficios sustentables para los productores agropecuarios. 

“Podemos empezar a prescindir de ciertas pastillas haciendo un análisis previo de cada ambiente y evaluando las situación a corregir. Los cultivos de servicio pueden brindar diversos tipos de soluciones verdes, ya sea descompactar, aportar nutrientes, combatir malezas, controlar el nivel de napas, entre otras”, señaló Piñeiro.

Esta nueva forma de encarar el manejo agrícola de forma ‘siempre verde’, con cultivos que otorguen servicios ecosistémicos, aún sin cosechar sus granos ni obtener un ingreso directo por ellos (aunque sí de forma indirecta, al generar el ahorro de insumos) está siendo por varios productores de vanguardia, que han asumido que en nombre de la siembra directa se han cometido errores producto de las simplificaciones y el monocultivo de soja. Ese grupo ahora ve a los cultivos de servicio como los estandartes la agricultura que está por venir.

Ver A los 30 años es posible reinventarse: AAPRESID jubila el barbecho químico y ahora pone todo el acento en los cultivos de servicio

Los elevados costos para controlar malezas resistentes a diversos agroquímicos, más los costos crecientes de fertilizantes para recuperar los suelos, que ya no pasan solo por el nitrógeno, están provocando que muchos productores vean con buenos ojos este sistema ‘siempre verde’.

Piñeiro cree que adempas de los beneficios ambientales, la decisión resultará rentable para el sector. “Los resultados de los que hacen adecuadamente estos cultivos son notables y por eso no vuelven para atrás: los rindes de los cultivos de grano aumentan con una baja de costos”, señaló el docente de la Fauba.

Este sistema que tiende más a parecerse a lo “agroecológico”, reduce las aplicaciones de agroquímicos, de modo que colabora a calmar a los ciudadanos preocupados por las “fumigaciones”.

“El sistema tiende -y sería ideal que llegue- hacia la agroecología, sin uso de químicos. Pero es una transición y no tenemos que ponernos fundamentalistas del tipo ‘agroecología o muerte’. Eso fomenta una grieta”, identificó Piñeiro.

Hoy solamente el 2 % de los productores bajo siembra directa están llevando a cabo esta forma de agricultura ‘siempre verde’ con cultivos de servicio. Pero dentro de Aapresid confían en que próximamente lleguen a incursionar 20% de los considerados “aportantes tempranos”, que luego derraman experiencia hacia todo el universo de agricultores argentinos. Esperan que la adopción sea parecida a lo que ocurrió con la siembra directa en los años 90.