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A diferencia de otros países grandes países como Estados Unidos y Brasil, donde predomina la maquinaria propia entre los productores, en Argentina existe la figura del contratista rural, quien presta servicios de siembra, pulverización y cosecha recorriendo el país.

Se calcula que hay 11 mil contratistas que trabajan en los cultivos de trigo, soja, maíz y girasol. De ellos, el 50% se dedica solamente a prestar servicios y el resto lo hace como actividad adicional a su producción agropecuaria.

Los contratistas rurales se encargan del 70 a 75% de la cosecha, el 60% de la siembra y el 70% de las pulverizaciones en los campos agrícolas argentinos.

A partir del tratamiento en el Congreso Nacional del denominado “impuesto a la riqueza”, un 30% de estos contratistas quedarían alcanzados por el tributo. Según Jorge Scoppa, presidente de la Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Rurales (FACMA), “un contratista que tiene cuatro cosechadoras e implementos podría pagar un impuesto a la riqueza, que sería irrisorio. Con 5 implementos llega a los 200 millones de pesos porque hay que sumarle las sembradoras, las camionetas y los tractores. A una máquina de 600 mil dólares se la está tomando como activo y en muchos casos todavía no se terminó de pagar. El contratista no va a poder pagar este impuesto y presentará recursos de amparo por la vía judicial, lo que escucho. Esperemos que haya alguna salvedad para quedar exceptuados”.

Según el presidente de la FACMA, “el contratista no se queda con plata en el bolsillo, porque lo vuelve a invertir en créditos para tener más máquinas o prestar más servicios. Si lo toman como a una persona rica, están equivocados”.

Por su parte, Néstor Cestari, presidente de la Cámara Argentina de Fabricantes de Maquinaria Agrícola (CAFMA), opinó que los contratistas “tienen equipos que valen 1 millón de dólares, que cuando se ponen a rodar caen 40% en su valor. Necesitan tener elementos de alta productividad para vivir en la actividad y está obligado a invertir en máquinas de última generación, que vienen de Europa y Estados Unidos. Necesitamos que el contratista rural tenga una consideración especial para tener créditos. El capital que tienen son equipos de primer nivel, que valen más que un campo”.