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Los Cerino, en Córdoba, son contratistas forrajeros. Confeccionan reservas para tambos y también despachan a Buenos Aires. En su negocio, valoran la eficiencia de la enfardadora.

Para algunos contratistas que se dedican a la confección de las reservas forrajeras, la calidad es una obsesión. Nicolás Cerino y su empresa familia es uno de esos casos.

Los Cerino, padres e hijos, son de Tránsito, en Córdoba. Su empresa es “Alfa El Edén” y tiene doce de antigüedad. Allí, cada uno de los integrantes tiene rol bien definido.

Al estar cerca de la cuenca lechera cordobesa, ellos proveen de megafardos a los tambos de la zona de Marull, Freyre y Porteña (San Justo), principalmente, pero también exportan a la provincia de Buenos Aires.

Para los Cerino, el primer aspecto, en la búsqueda de la calidad y pensando en la hacienda de tambo, es que el forraje esté en el rango de humedad óptimo, que esté libre de malezas y con buena concentración de proteínas. Y si la reserva “sale” con segunda calidad se destina a los feedlots.

Cerino se lamenta, en parte, por lo que pasó este año y, sobre todo, porque se afectó la calidad por algo que nadie puede manejar: el clima.

“La campaña de este año vino complicada por el clima. Arrancamos muy bien, en el primer y segundo corte logramos muy buena calidad; pero después empezamos a renegar por las lluvias, que fueron de pocos milímetros, pero muy consecutiva. Entonces nos afectó la recolección porque cuidamos mucho la calidad”, repasó.

La empresa hace entre 12.000 y 15.000 megafardos por año y son optimistas a llegar a los 20.000. Pero, aclaran que, “siempre que la cantidad no vaya en detrimento de la calidad”. Ellos confeccionan a razón de de 80 a 90 megafardos por hora, con un promedio de 600 kilos cada uno, si se trata de alfalfa.

También la confección de los “mega”, para ellos, implica menor costo de transporte por kilo de materia seca cuando despachan a Buenos Aires. En Argentina, cada vez, es más frecuente que los henos provengan de 300 o 400 kilómetros de distancia, lo cual está asociado a los costo de oportunidad de la tierra.

Con este tipo de confección, a los Cerino les posibilita henificar un 45% más de forraje por unidad de volumen que los rollos (250 kilos por metro cúbico versus 170 kilos por metro cúbico). También, a la mayor densidad se suma que la forma prismática del megafardo (respecto a la cilíndrica del rollo) que permite una mayor eficiencia en el uso del espacio en el camión.

La familia trabaja con una Quadrant 3300 RC de Claas, además de tres rastrillos (uno de ellos giroscópico) y transporte propio.

Con la incorporación de las 3300, la empresa puede procesar un 30% más de forraje, lo cual los acerca más al objetivo de los 20.000 megafardos por año y también tienen asegurada la calidad, de acuerdo a las prestaciones de la Quadrant, porque esta megaenfardadora, con cada golpe del pistón principal, comprime al forraje asegura que las hojas no se pierdan.

La capacidad de la Quadrant se debe a que se encuentra abastecida por un recolector más ancho, de 2,35 metros. De esta forma puede captar andanas de mayor volumen, que son necesarias para que el equipo exprese sus bondades.