Seleccionar página
Clarín – Buenos Aires – CABA – 08-07-2020 Así como hacia fines del siglo XX la demanda de carne estaba centralizada en los países de Europa y el NAFTA, hoy la demanda se ha corrido hacia los países asiáticos. Pero esto no quiere decir que el resto del mundo demande menos carne, sino que el crecimiento demográfico y económico de Asia hace que gane peso relativo. Eso afirma el consultor ganadero Fernando Canosa, y advierte que «no hay que descuidar a nuestros clientes habituales como la UE, USA, Israel, Chile, Rusia y otros que permanecen, pero se agrega otro factor de demanda». «El comercio mundial de carnes en los últimos años se ha duplicado por la demanda asiática. Hacia 1990 estaba por debajo de los 6 millones de tn y hoy estamos llegando a los 12 millones», indica Canosa en un documento elaborado por la Fundación Producir Conservando.

Luego asegura que independientemente del problema de la peste porcina africana, China va a seguir siendo un fuerte demandante de carne bovina. «Hasta 2012, se autoabastecía de carne vacuna, pero en ese momento comienza a importar y las proyecciones indicaban (antes de la aparición de la peste porcina africana) que llegaría a comprar cerca de 4 millones de tn hacia 2022, producto del crecimiento económico. Por otro lado hasta el 2023 inclusive continuará la escasez de carne porcina fruto de la pandemia», detalla. Y agrega: «Hay que tener en cuenta que en China, cada año una población equivalente a la argentina pasa a ser clase media y a consumir carne vacuna. Otra cosa a tener en cuenta es que si en los últimos años esa demanda era para guisos, ahora va variando hacia cortes de calidad, con carne enfriada con y sin hueso, de mayor precio».

Canosa afirma que ante esta importante demanda asegurada hay que ver de qué manera responder, siendo la Argentinauno de los pocos países en condiciones de crecer. «Debemos pensar cómo abastecer esa demanda creciente y constante. Ante esto, la producción ganadera argentina tiene dos cuestiones fundamentales: aumentar el índice de destete y el peso medio de faena», remarca.

El consultor explica que hace más de 40 años que el porcentaje de destete nacional no supera el 63%, y detalla que la región pampeana tiene la mayor cantidad de vacas y muestra un 73% de destete, pero el NEA tiene 48%, el NOA 51%, 50% en región semiárida y 52% en Patagonia. «Cuando se analizan las causas surgen algunas cuestiones tecnológicas que no se manejan bien: el 50% del rodeo nacional no tiene servicio controlado, sólo el 48% tiene diagnóstico de preñez, se revisan el 20% de los toros», dice.

Pero para Canosa, el problema más importante que tiene la ganadería argentina es que falta pasto para mejorar los índices de destete. ¿Por qué pasa esto desde hace tantos años?, se pregunta. «Mi hipótesis es que los profesionales asesores del sector ganadero (agrónomos, veterinarios) creemos que la mayoría de los productores busca la máxima renta, pero la experiencia indica que en realidad una cantidad muy importante busca el menor costo y un esquema de supervivencia. Así como el hombre urbano busca acumular dólares como defensa ante la inflación y la inestabilidad crónica de nuestro país, el productor agropecuario busca acumular vacas, independientemente de que tenga pasto o no», dice.

Y agrega: «La producción de pasto y su uso merece un esfuerzo adicional, como producción primaria de bajo costo para el uso pastoril debería ser mirada con mayor detenimiento por todos los involucrados en la cadena cárnica en el país. Hoy estamos produciendo 3,1 millones de toneladas de carne por año, exportamos 800.000 tn y consumimos 2,3 millones. Es posible en el mediano plazo trazarse un objetivo de 5 millones de toneladas, 10 mil millones de dólares más de exportación y luego llegar 8 millones de toneladas, equivalente a una exportación de 27,5 mil millones de dólares».