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El tendido de puentes entre el Gobierno y el sector agropecuario tuvo ayer un nuevo mojón, en ocasión de la celebración de los 115 años de la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales (CABC). Durante un encuentro virtual entre referentes del sector bajo la consigna: «Las exigencias de los mercados en el comercio de granos: un desafío creciente», el secretario de Agricultura, Julián Echazarreta, puso especial énfasis en reconocer el trabajo de toda la cadena de valor agroindustrial, casi en el mismo momento en que el presidente de la Nación, Alberto Fernández, recibía en la quinta de Olivos a los representantes del Consejo Agroindustrial Argentino.

«Deseo hacer un reconocimiento a todos y a cada uno de los sectores que integran la cadena agroindustrial, que de una u otra manera trabajan para fortalecer nuestro sector, por la tarea diaria de enfrentar las dificultades, de luchar para generar más trabajo para los argentinos y por pensar siempre en la mejora continua de sus producciones, sumando tecnología, capacitándose y buscando la excelencia», dijo Echazarreta, que antes de pasar a la función pública fue vicepresidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

Agregó que la importancia del sector para la generación de divisas, «tan necesarias para el país, amerita que sea especialmente destacada. Todos los que se vinculan con la actividad agrícola creen en el país y en sus propias capacidades. Deseo que en cooperación podamos fortalecer el sector para que entre todos alcancemos nuestros objetivos, en beneficio de la producción, que es en beneficio del país. En eso estamos todos juntos».

Por US$100.000 millones. Fernández respaldó un plan del agro para exportar

El funcionario también ponderó la respuesta de los productores y de la cadena comercial en medio de la crisis sanitaria por el Covid-19. «En plena pandemia, el protagonismo del sector agropecuario se consolida silenciosa pero eficazmente, mientras todas las energías del Estado se concentran en administrar la crisis sanitaria. Como servicio esencial, se mantuvo activo, trabajando, comercializando, analizando, transportando, embarcando y sosteniendo a todas las actividades conexas que comprende la cadena de valor. Así, con seriedad, garantizó el abasto doméstico de alimentos y la exportación, vital para el ingreso de divisas. Por todo esto, expreso el reconocimiento del Estado a los enormes esfuerzos hechos por productores, empresarios, trabajadores y gremios para la superación de la pandemia», destacó.
Generar confianza

«La Argentina es inviable sin la agroindustria, por eso necesitamos que el Gobierno transmita tranquilidad y confianza, y que no se cambien constantemente las reglas de juego. Solo así se puede pensar en que la inversión crezca desde los 25.000 millones de dólares que el sector invierte año tras año», dijo Fernando Rivara, presidente de la Federación de Centros y Entidades Gremiales de Acopiadores de Cereales durante el encuentro virtual.

El empresario reclamó la formación dentro del área de Jefatura de Gabinete de la Nación de «un pequeño comité donde las Cámaras sectoriales puedan ir a exponer los problemas que padece la producción, con el poder suficiente para poder solucionar problemas de los territorios, en dialogo con gobernadores; para preservar e incrementar mercados, y para trabajar en reducir costos de exportación frente a competidores como Brasil, que nos limitan en acceso a mercados».

Más allá de la iniciativa anterior, Rivara pidió que las políticas agropecuarias las defina el Ministerio de Agricultura de la Nación. «Resulta necesario empoderar Agricultura, que debe ser el eje central para el desarrollo de las políticas nacionales para el sector y no un anexo del Ministerio de Economía».

Hacia adentro del sector, reclamó trabajar para adaptar la oferta hacia los requerimientos de la demanda internacional. «Sanidad, inocuidad, calidad y bienestar animal; sustentabilidad con trazabilidad. Todo esto nos demanda hoy el mercado global y debemos adaptarnos a ello. Por eso, es necesario acentuar el profesionalismos en todos los eslabones de la cadena agroindustrial».

Con la consigna: «Las exigencias de los mercados en el comercio de granos: un desafío creciente», la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales celebró su 115º aniversario Con la consigna: «Las exigencias de los mercados en el comercio de granos: un desafío creciente», la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales celebró su 115º aniversario

En línea con el mensaje de Rivara, Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera, destacó que «la agroindustria es el sector que puede poner de pie al país en la pospandemia. Y, en particular, la cadena de trigo será clave en esa tarea, porque tiene mucho por hacer, por crecer y por ganar».

Detalló que si bien hoy las exportaciones de harina de trigo de la Argentina se mantienen en torno del millón de toneladas gracias a dos clientes cautivos que son Brasil y Bolivia, «tenemos los fierros necesarios para exportar tres millones de toneladas. Lograr esa meta es un desafío para nosotros y para el Estado Nacional, potenciar los eslabones de segunda y de tercera industrialización de materias primas. Hay que trabajar en alianzas estratégicas para saber dónde ir a buscar mercados. La exportación debería ser el camino del éxito para sumar valor a la producción de trigo, cada eslabón que se suma mejora el precio de la materia prima, multiplica divisas y generar empleo».

Para Cifarelli, el rol del Estado «en despejar incertidumbres y en determinar reglas de juego claras para quienes producen y para quienes comercializan materias primas es fundamental» y, en ese sentido, destacó la buena recepción que el Plan Agroindustrial presentado por Consejo Agroindustrial Argentino tuvo en el Gobierno.

Hacia adentro del sector, el empresario dijo que «es necesario adaptarnos a las exigencias de los clientes y trabajar en la calidad de los granos. No podemos seguir haciendo lo que nos quede cómodo o lo que de mayor rentabilidad y creer que eso es lo que el mercado necesita. Debemos trabajar en lo que requieren nuestros clientes». Y aseguró en forma lacónica: «Es necesario terminar con la dicotomía entre el exportador de trigo y el de harina, y entre exportador de harina y el de pastas. Hay que terminarla con las disputas internas».
Barreras y crisis

En medio de la incertidumbre que genera la pandemia de Covid-19 han surgido medidas proteccionistas que ponen en riesgo exportaciones. «Estamos observando una proliferación de barreras no arancelarias en un contexto en donde las economías mundiales están en caída, tal el caso de los pedidos que hizo China en cuanto a certificados de exportaciones de granos libres de Covid-19, algo que técnicamente es imposible de brindar», explicó María Marta Rebizo, gerenta de Asuntos Económicos y Comerciales en Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina.

Agregó que la propia Aduana china no avanzó sobre los granos, aunque sí puso el foco sobre el mercado de carnes, razón por la cual el Senasa dispuso que los frigoríficos donde aparezcan casos positivos sean suspendidos del listado de establecimientos habilitados para exportar a China. «Todo esto es un despropósito, porque no hay ninguna evidencia científica de que pudiera haber un riesgo de contaminación de Covid-19 a través de estos productos agropecuarios», aseguró.

Agregó que también se multiplican la cantidad de países que hacen mayor foco sobre el uso de sustancias químicas en la producción; sobre captura de carbono; deforestación, y bioseguridad (eventos transgénicos de uso local que deben estar homologados en el país de destino), entre otras normas que demandan los mercados. Por eso, Rebizo le pidió a las Cámaras Arbitrales y a sus laboratorios «fortalecer la red de laboratorios del Senasa», para responder a las nuevas exigencias externas.

En ese sentido, Javier Buján, presidente de la CABC, destacó que el sector tiene todas los elementos para poder responder a cada una de las exigencias de calidad y de trazabilidad de la producción que demandan los mercados externos. «Desde la Cámara hicimos una inversión muy fuerte en los últimos años, US$3 millones en Necochea, en un laboratorio modelo para Sudamérica. Recientemente sumamos más de un millón de dólares en equipamientos y hemos instalado sistemas de control de calidad en los puertos. Todo eso se hace sin un fin de lucro desde la Cámara, sino en respuesta a las necesidades del sector. Lo que el sector invierte para solventar los análisis que hacemos se reinvierte para responder con la mayor rapidez a la demanda. Estamos haciendo lo imposible para que la cadena cuente con respuestas a todas sus necesidades», dijo el empresario.
Desafíos desde el Estado

Al momento de exponer las líneas de acción que el Gobierno plantea para trabajar en forma conjunta con el sector agroindustrial, Echazarreta dijo que desde el Estado Nacional «pretendemos gestionar políticas públicas articulando con el sector, porque esa es la mejor manera de que logremos los objetivos para un bien común». Frente al auditorio virtual, el funcionario presentó cinco «desafíos» que constituyen iniciativas para potenciar la actividad y las exportaciones.

El primero, «enfrentar los nuevos parámetros ambientales». Al respecto, explicó que todo crecimiento de la producción agropecuaria debe obtenerse sin que implique impactos negativos sobre el ambiente, como la degradación de los suelos, la deforestación o la pérdida de biodiversidad. Además, debe hacerse con una mínima emisión de gases de efecto invernadero. «Vía certificaciones ambientales, los compradores de nuestras exportaciones van orientando sus exigencias hacia estos factores, además de la calidad y de la sanidad. Como país podemos negociar dichas condiciones y exigencias, que se tornan en barreras para arancelarias, pero debemos asumir nuestra responsabilidad, tanto desde lo público como desde lo privado, planificando los agroecosistemas, de manera tal de satisfacer las futuras demandas de los compradores y de reducir el impacto ambiental. La trazabilidad ambiental de nuestra producción nos posibilitará diferenciarnos de los países que no la hagan», señaló.

El segundo desafío planteado fue «estimular los desarrollos tecnológicos». Según el secretario, el desarrollo biotecnológico es clave y está sustentado en el trabajo del INTA y de todo el espacio de Ciencia y Tecnología, además de las universidades y de los centros de investigación públicos y privados «que nos ha permitido posicionarnos con alto nivel en tecnología aplicada a los cultivos; mejoramientos genéticos; marcadores moleculares; manejo de cultivos con base ecofisiológica; manejo integrado de plagas; buenas prácticas de aplicación de plaguicidas y fertilizantes, y en manejo eficiente del agua. Todo este desarrollo no ha de decaer, el Estado estará presente apoyando estas iniciativas, por ejemplo de nuevas semillas con cualidades de adaptación a situaciones climáticas».

Agregó que la fertilización del suelo «es una prioridad para el Ministerio de Agricultura, ya que necesitamos garantizar el recurso suelo. Por eso, seguiremos impulsando la Ley de Suelos con promoción del uso de fertilizantes, porque es necesario reponer los nutrientes extraídos y porque sabemos que con técnicas apropiadas la inversión retorna rápida y eficazmente en rindes, en volumen y en calidad de cosechas».

En este espacio destacó el lanzamiento y los servicios que proveerá para el sector el Saocom 1B y garantizó apoyo oficial al desarrollo de las AgTech. «Insistiremos con tener una nueva Ley de Semillas, pero en el mientras tanto, el Inase y la UBA están trabajando en genómica para procurar presentar un sistema que mejore el sistema actual y que lo haga un poco menos imperfecto», dijo Echazarreta.

Como tercer desafío planteó «conquistar y mantener mercados» y al respecto destacó que la Argentina tiene las condiciones necesarias para proveer y satisfacer la avidez de alimentos de calidad que el mundo demanda. «Nuestra meta es generar condiciones estables -una necesidad que compartimos con el sector privado- que hagan posible a las cadenas de valor como tales expresar sus potencialidades y apuntar a una producción de 200 millones de toneladas entre cereales, oleaginosas y legumbres, en todos los casos, con potencial de ser exportados. Aspiramos a que la mayoría de ese volumen sea industrializada y cuente con un valor agregado en origen. Para poder aprovechar estas oportunidades debemos trabajar en forma conjunta el sector público y el privado, aportando capacidades desde organismos como el Senasa y el INTA o desde instituciones como la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales o de las asociaciones de las diversas cadenas, de manera de consolidar a la Argentina como país líder en el comercio internacional de alimentos. Estas acciones deben enfocarse también en potenciar las economías regionales, porque eso permitirá constituir una oferta integral de productos argentinos y un desarrollo equilibrado del país», dijo el funcionario.

El cuarto desafío, que respondió a una de las demandas planteadas desde la CABC, fue «revisar los estándares comerciales». En ese sentido, Echazarreta reconoció que estos estándares «deben ser actualizados y estamos abocados a ello. Formamos un equipo técnico para recabar información en el nivel local y en el exterior, y en base a una agenda por producto convocaremos a todos los actores que estén legitimados para hacer llegar su posición».

Por último, el funcionario planteó como desafío para el corto plazo «estimular la exportación de servicio agrícolas e industriales» y explicó que es necesario que el país se enfoque en las empresas prestadoras de servicios agrícolas, en las asociaciones que integran a técnicos, profesionales e investigadores y en lograr junto a ellas la oferta tecnológica que la Argentina puede presentar al mundo.

«Hoy tenemos técnicos y profesionales argentinos demandados en el mundo para la construcción de plantas de molienda, por ejemplo, lo que representa un reconocimiento a la calidad de su trabajo y a la experiencia desarrollada. Debemos promover la actuación del sector exportador de tecnologías del ecosistema agroalimentario, de la biotecnología, la edición génica, las tecnologías de la información, de maquinarias y de insumos, y de servicios profesionales y técnicos. Para ello convocaremos a actores e instituciones, para construir la oferta y realizar una fuerte difusión con nuestros agregados agrícolas en el exterior», concluyó.
Por: Dante Rofi