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Un consorcio de 50 empresas socias de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) concretó un embarque de 10.000 toneladas de harina de trigo a Cuba tras 15 años de no realizar envíos a ese país.

Para el presidente de FAIM, Diego Cifarelli, fue “muy importante para la molinería, a pesar de tener falta de competitividad, poder haber salido de los dos mercados tradicionales que venían teniendo: Brasil y Bolivia”.

“Esto nos genera mucho entusiasmo y esperamos poder mostrarle a las autoridades el potencial que tenemos para que podamos ir en búsqueda de todo lo que podemos. Molemos 6,5 millones de toneladas de trigo, pero tenemos la capacidad de moler 13 millones. No necesitamos nada, tenemos los fierros y el trigo, pero tenemos una estructura impositiva compleja”, describió Cifarelli en declaraciones a la agencia Télam.

En este contexto, alertó que el negocio está complicado y que para revertir esa situación es necesario “aumentar las exportaciones, ya que hoy la capacidad instalada de producción alcanza para abastecer a dos Argentinas”.
Diego Cifarelli, presidente de FAIM, mostró entusiasmo por el embarque a Cuba y a la vez espera poder mostrarle a las autoridades, el potencial que tiene la industria
Diego Cifarelli, presidente de FAIM, mostró entusiasmo por el embarque a Cuba y a la vez espera poder mostrarle a las autoridades, el potencial que tiene la industria

Puntualmente sobre Cuba, dijo que el objetivo no es solamente esta exportación, sino que espera que sea el puntapié inicial para más ventas. Para Cifarelli, el mercado del país caribeño “fue esquivo durante los últimos 15 años, donde en los últimos tiempos se hizo bastante difícil por la pérdida de competitividad que teníamos y la irrupción de Turquía en la región”.

En este contexto, señaló que es necesario internacionalizar a todo el sector. “Solamente con la internacionalización de las empresas se va a poder dar cuenta del exceso de capacidad instalada que tenemos. Hoy podríamos abastecer a más de dos Argentinas, porque nos sobra 15 días al mes para producir y eso solamente se ocupa generando mercados”, indicó.

Según el dirigente, el equilibrio es que “se exporte hasta el último grano posible, en un equilibrio de atención del consumo interno, que este último esté abastecido y se exporte ese grano para tener las divisas”.

“Esperemos que la molinería, siempre asegurando la alimentación de la sociedad, pueda tener una posibilidad de expandir sus fronteras de comercialización al mundo. Eso es fundamental para encontrar el equilibrio en el sector. Si no lo encontramos en la comercialización, va a estar bastante complicado por la cantidad de empresas que fabrican harina”, explicó.

“Le hemos pedido al Estado que no intervenga en nuestra cadena, que tenemos el nivel suficiente de madurez e inteligencia para que brille cada uno de los eslabones. Por momentos, algunos no brillan como uno quisiera, pero le hemos pedido al Estado dentro de la mesa de trigo en el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) que nos permita el diálogo -y así ha sido-, para encontrar las soluciones en nuestra cadena”, añadió en las declaraciones a la agencia de noticias Télam.

En este sentido, sostuvo que es “importantísimo para el país la externalización de toda la agroindustria” argentina. “Fue el sostén de los últimos años y con muy poco puede triplicar la cantidad divisas que ingresa y los puestos genuinos de trabajo por la exportación. Por eso creemos que el proyecto es un elemento motivador que prioriza las economías regionales y a las empresas de alimentos”, afirmó.