El Enfiteuta – CABA – Buenos Aires – 12-02-2020 Productores dejaron de producirlo y encaran directamente la exportación de grano de maíz
El caso del bioetanol es, en la actualidad, un ejemplo del constante cambio de las reglas de juego que hace que haya cada vez menos energía inversora en la Argentina, con el consecuente impacto en la generación de empleo genuino.
Hace un año, Maíz Energía recibió un cupo anual de 58,8 millones de litros para proveer a las petroleras, que se iba a pagar bajo una fórmula polinómica que regía en aquel momento, con variables de mercado que se actualizaban de manera permanente, lo que garantizaba una rentabilidad que hacía sustentable el negocio.
Un mes después, el secretario de Energía, Gustavo Lopetegui, eliminó la fórmula sin mayores preámbulos y comenzó a fijar el precio de manera arbitraria, sin que las empresas conocieran los indicadores que tomaba como parámetro.
En agosto, tras perder en las elecciones primarias, el gobierno de Cambiemos decidió congelar el precio de las naftas, lo que lógicamente “freezó” también el valor del bioetanol. La última actualización del precio ocurrió en diciembre y desde allí nunca más se retocó: la última cotización oficial es de 29,80 pesos.
En enero no se actualizó, en el inicio de febrero aún tampoco, y los etanoleros estiman que como mínimo debería escalar a 34 o 35 pesos, un valor al que difícilmente quieran acceder las petroleras que siguen con sus precios de surtidor bajo hielo.
“En cuatro años, ya ni sé cuántas veces nos cambiaron las reglas de juego. El etanol valía 90 centavos de dólar y de repente pasó a 40 centavos. Así, una inversión que uno pensaba amortizar en cuatro o cinco años, ahora requiere el doble”, resumió uno de los productores sobre el impacto que esta incertidumbre genera.
La consecuencia: sin reglas claras, las 3.600 toneladas de maíz a las que se les agregaba valor, lo más probable es que terminen exportándose como materia prima desde un puerto de Rosario y paguen 12% de retenciones.
Y dejen de generar empleo y desarrollo en el interior del interior, para que lo que sume valor sea la recaudación fiscal, a la postre la única variable a la que parece darle importancia un Estado que le imputa al sector productivo la obligación de agregar valor, pero no aplica ese imperativo como regla en sus decisiones.