Seleccionar página

La posible instalación de nuevos núcleos de producción de porcinos en el país, gracias a millonarias inversiones chinas, generó interrogantes sobre el impacto ambiental y sanitario que podría tener este proyecto. Sin embargo, con un buen manejo de efluentes, estos establecimientos de producción podrían convertirse en ejemplos de economía circular.

«Intensificar y deteriorar no son sinónimos, como tampoco lo son intensificar y mejorar el ambiente», comentó María Semmartin, directora de la carrera de Ciencias Ambientales de la Universidad de Buenos Aires. «Lo que se busca en general es hacer las cosas bien a través de aumentar nuestro conocimiento de cómo funcionan los sistemas productivos», agregó Semmartin.

«El manejo de efluentes es el tema principal en términos de contaminación», explicó el ingeniero Roberto Maisonnave, especialista en gestión ambiental de granjas porcinas. Según contó, en una granja de tamaño medio (de entre 400 y 600 madres) la cantidad de efluente puede alcanzar los 75.000 litros diarios. Hace no muchos años, todo eso terminaba en canales y arroyos. En la mayoría de las granjas no tenían ni el diseño ni la ingeniería necesarios para manejar esos deshechos y el Estado no se los exigía.

Carne de cerdo. Con qué condiciones sanitarias China debería producir en el país

Pero el manejo de efluentes no es un inconveniente, sino que puede ahorrarle miles de dólares en fertilizantes sintéticos al productor. «Los efluentes son altamente ricos en nutrientes fósforo y nitrógeno. Este año, utilizándolos para fertilizar el cultivo de maíz y soja, reemplazamos medio millón de dólares en fertilizantes», dijo Maisonnave respecto de los nuevos proyectos de su consultora: tres granjas en Santa Fe, una en San Luis, una en Córdoba y una en Buenos Aires, en total con 14.100 madres (más 800 vacas de ordeñe).

Según Maisonnave, aunque tanto en Buenos Aires como en Santa Fe hay intenciones de crear una normativa similar, Córdoba es la única provincia que cuenta con legislación específica para este tipo de producción. Sin embargo, sus servicios son requeridos también en otras provincias porque los productores «quieren hacer las cosas bien».

«Es errado pensar que a los productores no les importa contaminar», aseguró Maisonnave, que elaboró el documento Buenas Prácticas de Manejo y Utilización de Efluentes Porcinos para el Ministerio de Agricultura durante el gobierno de Mauricio Macri.

«El productor tiene mucho arraigo y es el primero que no quiere dañar y perjudicar porque sueña con que sus hijos y sus nietos sigan con la actividad», completó. Incluso desde el punto de vista económico, al productor le conviene invertir en gestión ambiental porque es un gasto que, una vez hecho, da tranquilidad por años.
Las inversiones chinas

Maisonnave recordó que en 2015 dictó, junto a otros cuatro expertos internacionales, una capacitación en gestión ambiental de granjas de porcinos para agentes del Ministerio de Agricultura de China. «Son gente muy seria que entienden perfectamente esto. No los vas a sorprender si acá se encuentran con una legislación razonable», indicó Maisonnave.

China no pudo completar sus proyectos de renovación porcina. Primero, la peste porcina africana hizo destrozos en su capacidad productiva. Acto seguido, la aparición y expansión del Covid-19 provocó otro golpe a los planes. Ahora, China necesita importar proteínas y tiene su ojo puesto en la Argentina.

«China sabe que la Argentina es el mejor país del mundo para producir cerdo por una combinación de clima, estatus sanitario, tecnificación del sector productivo, disponibilidad de agua y costo del alimento», dijo Maisonnave. Para el especialista, la legislación no sería nada complejo, sino que solo necesitaría cubrir cuatro ejes: la ubicación de las granjas (alejadas de las ciudades), la protección de las fuentes de agua subterráneas y superficiales, el uso de los efluentes y, posiblemente, la producción de biogás a partir de las excretas de los cerdos.

«El concepto de la economía circular, de reusar y reciclar es fundamental en el manejo de efluentes porcinos. No existe actividad económica de impacto neutro ambiental. Lo que sí existe es usar estrategias que reduzcan ese impacto», concluyó Maisonnave.
Por: Malena Duchovny